martes, 23 de octubre de 2007

La típica historia del funcionario rutinario




El funcionario rutinario se levanta, como cada mañana desde hace 30 años a la misma hora y con la misma mujer. Se pone su traje gris de los miércoles y acude a trabajar. El funcionario rutinario estampa su firma en montoncitos de documentos que van desde la columna de entrada a la de salida. Hasta las tres de la tarde. Entonces el funcionario rutinario se levanta, se despide del resto de funcionarios rutinarios y va a casa a comer el arroz que su esposa, el ama de casa rutinaria, le ha preparado. Cuando llega al portal de su casa (en realidad aún no ha acabado de pagar la hipoteca), saluda a la portera y abre el buzón, recoge las cartas del banco y sube a su casa contando los escalones.

Al funcionario rutinario le gusta hacer la siesta después de comer y salir a pasear por las mismas calles hasta que se hace de noche. Entonces vuelve, se pone sus zapatillas de andar por casa, cena y mira la tele, sentado en el sofá junto a su esposa rutinaria.

Y ven el telediario. Y ven las muertes, los atentados, las inundaciones, las guerras, los políticos, los terremotos, los dictadores, los lloros, los gritos y las violaciones.

El funcionario rutinario piensa virgencita virgencita que me quede como estoy y al cabo de un rato se duerme, pensando que mañana será otro día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me está Ud. deprimiendo, que lo sepa !!!

Anónimo dijo...

No se deprima hombre, que la vida son dos días y uno se lo pasa uno haciendo colas y el otro esperando el autobús. Menos mal que nos quedan las noches para dormir, que si no...