lunes, 1 de octubre de 2007

Una historia de amor


-Señora mía, permítame decirle que si yo canto es por ti, es por ti, es por ti. Aunque digan los demás que desafino mucho.
- Perdone, pero eso se lo dirá usted a todas.
- En efecto, señora mía. Y así me va.
- Pues conmigo sus trucos no surgen efecto. ¡Menuda soy yo!
- Dejemos pasar un tiempo prudencial y verá usted.
- Hola a los dos, permítanme presentarme. Soy un tiempo prudencial, para servirle a dios, a usted y por supuesto, también a usted. Pasaba por aquí , como dicen los modernos
- Uy, uy, uy, creo que ya me viene, ya. He mojado las enaguas.
- Se lo dije, ¿nos encamamos?
- Venga, zalamero. Y este señor tan simpático, que me embista por detrás.
- No se hable más.
- Ea.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alfred, ya era hora de que volvieras a las andadas, bribón.
Por lo que respecta a ti, RMK, ya era hora de que volvieras a las andadas.

Un abrazo en la glotis a los dos a la vez.

El superintendente Vicente y el Capitán RMK dijo...

Que bien me sienta volver a las andadas, el otro sitio era un rollo patatero i la gente iba con ropa interior, una indecencia vaya!

RMK

Anónimo dijo...

Una cosa, ¿qué son las andadas? Capa, si no te importa, ahora me llamo superintendente vicente. O el artista anteriormente conocido como alfred. Es que he dado un giro a mi vida y ahora no me acuerdo cómo se vuelve a casa.