jueves, 20 de diciembre de 2007

La guerra de Gila



La noticia cayó sobre la población como una bomba:

- ¡¡Extra, extra!! ¡¡Zapatero obliga a los españoles a ir con bombín en homenaje a José Luis Coll!!

El sonido que hace un país cuando se resquebraja violentamente sacudió los oídos de todos. No tardó ni un día Rajoy en proponer una alternativa: todos los españoles de bien deberían protestar contra esa medida, calzándose el sobrero de copa de Tip, que como todos sabemos, era de derechas.

El díscolo Gallardón se desmarcó y creyó conveniente que los madrileños salieran a la calle en parejas con una americana roja y una azul unas cuantas tallas más grandes y una copa de ponche en la mano, como los castizos Faemino y Cansado.

Lógicamente, en Catalunya se saltaron a la torera esta norma: vestidos de negro, con barbas y gafas de sol, bebían ginebra con naranja y preguntaban a todos si “elsabenaquel”.

La guerra había estallado: desde Andalucía llegaron las imágenes de millones de personas manifestándose andando como Chiquito por las calles de Sevilla. Se agotaron las boinas de Marianico el Corto en Aragón, la comunidad argentina afincada en nuestro país reivindicó, instrumento en mano, el legado del maestro Mastropiero, los jóvenes se encerraron en las universidades, concretamente en las cafeterías de las mismas, alegando que esa decisión no era chanante, que Zetapé se había convertido en un maldito viejuno… el país estaba envuelto en una vorágine torrencial comenzada por un simple aleteo de bombín.

“Pel dret a decidir” fue el lema escogido para enfrentarse a la arbitraria norma. Yo lo viví en Barcelona y fue espeluznante ver a los trincos Carod, Mas y Montilla cantando “quésquesélamerdé” mientras en Valencia, Rita Barberá contaba chistes de gangosos al más puro estilo arevaliano.

Surgieron pequeños grupúsculos de seguidores de Jaimito Borromeo, pero fueron fácilmente interceptados por las fuerzas de seguridad, que los lanzaron al mar con zapatos de payaso llenos de cemento.

Con el país levantado en armas, el Rey Juan Carlos tuvo que salir furtivamente una noche gélida hacia Francia, ya que se le echaba en cara aquel desliz cuando fue sorprendido riendo las subidas de tono gracietas de Benny Hill.

El caos se adueñó de las ciudades y los que antes eran hermanos, ahora estaban enfrentados por sus ideales.

Fue entonces cuando desde el exterior llegaron a la conclusión de que, por fin, los políticos españoles habían conseguido lo que no fueron capaces de lograr con lo de las cercanías, lo de la guerra, lo de los jueces, lo del 11M, lo de la COPE, lo del 3%, lo de la Copa América, Madrid 2012 y el Fórum, lo de Espe, lo de los pisos, lo de las propinas, el conejo y la madre que los parió: tener por fin, un país de risa.

Feliz Navidad.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Payasada



Montó un circo y le crecieron los enanos.

Entonces montó un equipo de baloncesto y se forró.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Abrevedero



Siempre pensó que el tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio.
Hasta que su madre dejó de ordenarle la habitación.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Cafelito con Don Antonio Ozores



Tras un largo tiempo de negociaciones entre nuestros representantes y los suyos, por fin hemos podido lograr el objetivo que nos marcamos al iniciar esta blog. Ha costado, pero el esfuerzo ha dado sus frutos y finalmente estamos aquí, sentados en el Café Gijón donde nuestro héroe pasa sus horas cavilando sobre el futuro del mundo y tomándose la vida con humor, como hacen los grandes de la escena.

Ha pedido un café cortado, pero el camarero no lo ha entendido bien y le ha traído un bocadillo de calamares con sanfaina. Don Antonio, dando buena muestra de la magnificencia y la sencillez de las grandes estrellas del firmamento cinematográfico, ha hecho como si nada, le ha añadido azúcar, lo ha removido mucho y se lo ha bebido.

Mientras conversamos, numerosos viandantes se detienen preguntándose si es él o no y algunos, los más lanzados, se acercan y le piden un autógrafo. Contesta con una sonrisa que sí, no sólo por mantener a las fans sino que además, confiesa, les roba el bolígrafo siempre que puede y luego los regala a la Asociación de Mancos, Mutilados y Maniatados de Madrid (AMMM) para que jueguen o para que, exclama con su sinpar gracejo, se los metan por donde les quepan. Para que luego digan que el éxito y la fama no pueden convivir con la solidaridad.

Hablar con esta leyenda es lo máximo a lo que este simple chiquilicuatre habría soñado jamás. Por eso trato de comenzar con el máximo respeto y paso de puntillas sobre los aspectos del corazón que en estos momentos los buitres carroñeros andan despiezando sin piedad en los programas de sobremesa. Por tanto, si el lector espera encontrar aquí alguna información extra sobre las fotografías en las que aparece don Antonio realizándole una lavativa con salfumán a la novia de Fernando Alonso mientras ella grita con su maldita voz de pito, se han equivocado de revista. Aquí hemos venido a hablar de cine.

- ¿Cómo empezó todo?
- En el principio, majo, fue la luz. Dios dijo hágase la luz y tranque lo que siguiendo an dur lamjorlardo, que sepamos todos milostrespertando guardaraíles sum sum corda, luego llegó mi hermano y me dio mi primer papel. Me limpié y tiré de la cadena.
- ¿Cree que su cine ha estado infravalorado por los progres de mierda incapaces de ver a un gran actor aunque se defeque en sus malditas y sociatas caras?
- Sí. Quiero decir, no. Vamos, que no lo sé. Las estrellas como yo no nos detenemos a leer a las críticas. Nos las llevamos a la cama, simplemente.
- Usted ha sido un gran sex simbol aunque no le guste presumir de ello. ¿Con cuántas mujeres se ha encamado?
- ¿A la vez? Con 3.000. De una en una, con 5 ó 6, todas doncellas menos una, que era burgomaestre de un pueblecito de Cuenca, una monada oiga, aún guardo la foto en la cartera. Lo que no guardo es la cartera, así que si no le importa, me quedo la suya.
- ¿Por qué cree que se le resistió el Óscar?
- Porque me vio venir. Si no, lo mato.
- ¿Cree que el hecho de no vocalizar le ha perjudicado?
- Teniendo en cuenta las frases que me ponían los guionistas, no. Y que sepa, querido amigo, que los más grandes nombres que ha dado la historia universal, no vocalizaban bien. O eran extranjeros. La cuestión es que no los entendíamos. Por tanto, vocalizar o no folaquizar, nesa sé custion la.
- ¿Usted popularizó la frase “ahora por fin ya somos europeos”. ¿Cree que se encasilló en papeles de una sola frase?
- ¿Usted es gilipollas? Mire, y en una sola frase se lo he dicho. A ver si va a tener usted razón, reporterillo.
- Una gran parte del público español echa de menos las lecciones de interpretación a las que usted nos tenía acostumbrados. Somos los mismos que no veíamos en usted sólo a un cuerpo escultural sino también a un actor del método, a la altura de Robert de Niro y más alto que Danny de Vito. Y creemos que la escena está huérfana sin su presencia. ¿Piensa volver al cine?
- Depende de lo que echen.

En ese momento le llaman por teléfono. Es Fernando Esteso, que le propone un nuevo proyecto. “Te las he dejado pintaditas en la taza del váter”, atino a escuchar. ¡Qué grandes, qué modestos! Estos prohombres de la cultura hispana ahora se dedican a la pintura y para no pecar de vanidosos, intercambian sus obras de arte en urinarios públicos. Henchido de orgullo y satisfacción doy por terminada la entrevista, habida cuenta de que el señor Ozores se ha ido con viento fresco. Pago la cuenta y los 4.000 euros que tenía pendientes en el bar y me vengo para la redacción, sabedor de que ya no se hacen actores como los de antes.

Fran Perea, yo te maldigo.

martes, 11 de diciembre de 2007

Critica, que algo queda



Esto de ser personajes más o menos públicos supone, además de mucho dinero y una vida plagada de lujos, momentos menos agradables como el tener que estar expuesto a críticas que provienen desde diversos puntos, unas veces positivas pero hay otras que ay, no lo son tanto.

Dicen los que saben de esto que para que las críticas no le afecten, uno debe tener la piel muy gruesa. Siguiendo ése consejo engordé quince kilos a base de parrilladas argentinas y así conseguí hacer frente a las diatribas que me lanzaron desde todos los suplementos culturales cuando publiqué mi primer libro “Yo maté a Lucía Etxebarría, pero porque llegué antes que los demás candidatos” que trataba de ser una reflexión filosófica sobre el intramundo del artista frente a su obra pero que por los azares de la vida y un error de imprenta acabó siendo un compendio de chistes de leperos.

Entre las más feroces críticas guardo recortes de aquélla de ABC, en la que se me decía “el libro de este nobel escritor guarda la curiosa virtud de ser, en un solo tomo, dos libros en uno. El primero y el último que escribirá este analfabeto inmundo.”

La Vanguardia no se quedaba atrás y decía el calumnista (qué chispa tengo) que “como no quiero ser duro con la gente que empieza en esto del juntaletrismo, me contendré y diré que antes que volver a leer un libro de este inepto zangolotino, prefiero que mi suegra me saque los ojos de sus cuencas con un cucharilla y que en su lugar me pongan dos tapones de corcho.”

El País: “Queremos desde estas páginas pedir disculpas cuando criticamos que los nazis hubieran realizado multitudinarias quemas de libros. Es más, pedimos que vuelvan y que hagan lo mismo con este subproducto infernal.”

El Mundo: “Hay que reconocerle al autor y a la obra su alto contenido didáctico, ya que permite hacer experimentos. Por ejemplo, si usted pone el libro en el suelo y acto seguido realiza usted una deposición a unos metros, puede comprobar que las moscas acudirán mucho antes a la llamada del papel que a la de la mierda misma. Y eso es algo realmente increíble que no todos pueden lograr”.

A todas ellas hice oídos sordos y no dejé que las envidias de unos escritores frustrados me hiriesen, porque como dice mi abuela, no ofende quien quiere sino quien puede. Sin embargo, digo públicamente aquí que hubo una que me dejó más que hundido. En el suplemento cultural de La Razón (valga la paradoja) se me decía que “Se trata, sin duda, de un gran libro, perfectamente escrito por un autor que entra con fuerza en el desolado páramo de las letras patrias. Tiene ingenio, sabe dotar de ritmo a la narración, con personajes perfectamente construidos y una clarividencia espectacular para atrapar al lector desde la primera a la última página.

Y en el apartado musical, recomiendo sin ningún género de duda el último disco de Pau Donés. Tiene ingenio…”

Y es que hay cosas que duelen. Y mucho. Bonito, todo me parece bonito…

viernes, 7 de diciembre de 2007

Anonimos anonimos




El anónimo anónimo se ha tomado un poleo de marca blanca para tratar de calmar su ansiedad. Quiere contenerse, pero le está resultando difícil. Para quitarse el mono, de vez en cuando envía un sms a los programas del corazón diciendo “Paquirrín, ¿qué se siente cuando arruinas una vida?” y cosas por el estilo. Eso le proporciona un instante de paz, pero no basta. Además, como escribe sin faltas ortográficas, los responsables de los programas no suelen poner sus mensajes para no elevar en exceso el contenido intelectual del mismo.

Ha tratado de curar su adicción con otros sucedáneos, como enviar notas con caracteres de periódicos recortados, pero se está dejando el sueldo en sellos y tiritas, ya que no es muy diestro con las tijeras.

Para colmo, con el maldito Domo y su estúpido identificador de llamadas, cuando contacta por teléfono a un número al azar para emitir gemidos o decir “Esto es ridículo, esto es ridículo, no lo entiendo”, no tardan en devolverle la llamada para contestarle que si no deja de tocar los huevos a esa hora de la noche, la próxima llamada que recibirá será la de la policía.

El anónimo anónimo buscó ayuda en “Anónimos Anónimos” y desde que se decidió a dejarse aconsejar, ha mejorado un poco. Pero no puede decir que esté curado del todo, porque todavía se levanta noches como ésta, completamente empapado en sudor y anda descalzo por su casa, movido por una inexplicable atracción. Como si de un adicto al chocolate se tratara, se abalanza sobre la nevera en forma de ordenador, abre el navegador y va a su página de favoritos, donde le espera la tentación.

Frente a frente, unos segundos que tardan en pasar muchas horas. Ahí afuera, el camión de la basura se lleva los desperdicios de los que sí que nos podemos deshacer. Sin embargo hay otros que se quedan ahí dentro, enquistados y van haciendo daño, mucho daño.

La mano izquierda se calienta abrazando la taza de poleo mientras que la derecha, pecadora, agarra el ratón y deja que el dedo índice haga clic en la página de favoritos, donde ésos dos imbéciles han vuelto a poner un post.

Anónimo dijo: sigo sin entender nada. Ni siquiera esa pregunta, que volvió a llegar tarde. Y todo me parece tan ridículo como vuestro blog.

El anónimo anónimo marcha a la cama, chutado y duerme como un niño. Y mañana, en la reunión de Anónimos Anónimos, comentará en público que ha recaído y todos le animarán, como se anima a los perdedores cuando han dejado la nevera vacía.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Esta casa es una ruina



Cuando sonó mi zapatófono, casi me caigo del caballo. La última vez que desde la regia casa utilizaron este método para comunicarse conmigo fue durante las duras jornadas del 23 F. En aquellos tiempos yo actuaba como asesor del Rey a pesar de que contaba sólo con 6 años. Por eso le recomendé que se dirigiera a la nación con nariz de payaso y preguntara ¿cómo están ustedes? para resultar más cercano. Finalmente, la opinión de Pedro Erquicia se impuso sobre la mía y hoy casi nadie recuerda aquél discurso tan sosainas.

Bajé de mi jamelgo, me descalcé y descolgué, no era plan de hacer esperar al Rey.

- ¿Majestad?
- Llámame Vicente, Juan Carlos, que hay confianza. ¿Qué te pasa, campechano?
- Dirás qué no me pasa, ¿no lees los periódicos?
- Sólo El Jueves, pero desde que sale a veces sí y a veces no, ya no lo compro.
- Bueno, pues que esto de ser Rey mola, pero a veces pasas malos tragos. Tengo muchos frentes abiertos ahora y necesito de tu colaboración en el más importante.
- No me digas más, quieres que redacte el discurso de Navidad.
- No, no, eso se lo he encargado al anónimo de tu blog, interesa que nadie entienda nada.
- Entonces, ¿en qué te puedo ayudar?
- Imagino que sabrás que mi hija Elena tiene, lo que se llama entre los monarcas, un “annus horribilis”.
- Por no hablar de la cara…
- Es mi ojito derecho y no me gusta verla sufrir. Necesito reforzar su imagen, y he pensado en ti. Eres un tío apuesto, sensible, cultivado, millonario, con don de gentes, ocupas un puesto importante en la sociedad, influyes en las grandes decisiones mundiales, te gustan los niños y por los cuadros que decoran tu casa, tienes el sentido del gusto metido en una caja fuerte cerrada bajo siete llaves.
- ¿Adónde quieres llegar, Juan Carlos?
- Es muy fácil. Eres la persona ideal para sustituir a Jaime de Marichalar. Quiero que te cases con mi hija. Creo que eres el indicado, incluso más que Pedro Erquicia. ¿Qué me dices?¿Hola? ¿Superintendente? ¿Estás ahí?


Yo sí estaba ahí. Quien no podía decir lo mismo era mi zapato, que volaba por la dehesa salmantina, presto a estrellarse contra el suelo mientras yo, cabalgando a toda velocidad, llamaba desde el otro zapatófono a mi amigo Federico para que, uniendo mi inteligencia estratégica y sus dotes de gran comunicador, acabemos de una vez por todas con esta farsa que ya está durando demasiado.

Viva la República.