miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad







A pesar de ser un 24 de diciembre, la noche en Belén era cálida y estrellada, en una prueba más de que el cambio climático estaba afectando el rumbo de la meteorología, dijesen lo que dijesen los mandamases políticos de Judea.


Como cada día al acabar la jornada, Jeremías el pastor se había reunido con otros compañeros de profesión alrededor de la lumbre para comentar los ajetreos acaecidos (este trabajo, ya se sabe, es un no parar de anécdotas) y gastarle bromas a Abraham el narcolépsico diciéndole que se le había perdido una oveja, que las contara para comprobar que estaban todas.


A un par de centenares de metros, en lo que entonces se llamaba el portal de Belén y que posteriormente se denominaría www.belen.com, un matrimonio discutía mientras la mujer, embarazadísima, comenzaba a notar las primeras contracciones.

- Pues no, María, no me parece bien. ¿No podíamos tener un perro como todo el mundo? O un gato. Pero no, nosotros tenemos que ser especiales y tener un buey y un burro dentro de casa. Si esto es normal, que venga Dios y lo vea…


Los humildes pastorcillos habían cenado lo normal este tipo de noches: unos langostinos de primero, jamón del bueno y una piernecita de cordero, regado con un riojita para ayudar a bajar. Y tras el tentempié, cada uno iba con su tema.


- Vamos a ver, ¿alguien me puede decir en qué año estamos? Yo es que me hago un lío.


- ¿Se puede saber para qué te has traído una zambomba? ¿Qué pretendes, que nos pongamos a cantar o qué?


- ¿Qué os parece si para animar estas noches cada uno compra un regalo a otro y se lo damos pero sin que se sepa quién ha sido? ¿Por qué me miráis así, no os gusta la idea?


- Ja, ja, mira, mira cómo beben los peces en el río. Mira, mira, beben y beben y vuelven a beber.


- Como sigamos plimpando tanto cava, aquí se va a armar la marimorena…


Y en ese plan.


Como quiera que las digestiones nocturnas no son fáciles de hacer y que Jeremías era lo que en cuanto a costumbres fisiológicas se describe como “un relojito”, pronto comenzó a sentir en su estómago cierta inquietud y movimientos de alerta que le llamaban a evacuar parte de lo digerido sin necesidad de ayudas externas en forma de brebajes que regulan el tráfico intestinal y similares.


Así que como quien no quiere la cosa se metió en su chalequito de lana el último ejemplar del “Diario de Nazareth” y alegando que hacía noche buena y que quería respirar un poco del aire nocturno, se alejó del grupo andando cada vez más deprisa y con las nalgas apretaditas por lo que pudiera pasar.


Y allí quedaron los pastores conversando acerca del último combate de hondas cuando de pronto una luz resplandeciente les interrumpió y de ella salieron tres ángeles de dorados cabellos, arpa en mano y alas batientes.


- ¡Sapristi! ¿Quién sois vosotros?


- Buenas noches, pastorcillos. Tenemos una gran noticia que anunciar.


- ¿Anunciar? ¡¡Serán pesados estos de la propaganda!! Ya no saben qué hacer para vendernos el ADSL*. Si no os vais de aquí comenzamos a cantalazos, ¡mangarranes!


- Pero es que somos los enviados para anunciaros que muy pronto y muy cerca de aquí…


- ¡¡Que no queremos nada!! ¡¡Largo de aquí y buscaos un trabajo digno, caramba!!


- ¡Y ponedme el logo más grande!


Y blandiendo un pedrusco del tamaño de un cráneo consiguieron que la luz se disipara y los tres ángeles desaparecieran yéndose con sus arpas (y por consiguiente, con su música), a otra parte.



En una nada decorosa posición se encontraba nuestro amigo Jeremías, agazapado tras un arbusto y haciendo de tripas corazón para a su vez, hacer de vientre cuando oyó por la senda adjunta el sonido de unas voces que delataba la presencia humana. Fue al levantar un poco la cabeza cuando descubrió sorprendido que a ella se le unía la camellil. Tres señores ataviados con corona y largas capas montaban sus respectivos camellos mientras enfrascados en una discusión no repararon que junto a la cuneta, un pobre pastorcillo con los pantalones por los tobillos se percataba de todo al tiempo que trataba de abonar la tierra.


- Es que siempre tienes que ser tú quien dé la nota, Melchor. Siempre tú… ¿No quedamos en que los tres nos gastábamos lo mismo en el regalo? ¿Se puede saber con qué cara pretendes que le demos ahora nosotros la mirra y el incienso?


- Es que me sabía mal, venir de tal lejos y traerle hierbajos…


- Dejad de discutir, la estrella se ha detenido. No podemos estar lejos.


- Suerte de estrella, ¿eh? La llamaré, en honor a mi padre, don Gaspar Patrodopoulos Satrústegui, GPS.


- No, no, esa estrella se llamará “la estrella polar”, en honor a este forro tan calentito...


Y hasta ahí pudo escuchar Jeremías, que los vio alejarse por el sendero que llevaba al portal de Belén, adonde habían acudido también los otros pastores, alertados por los lloros de un niño que acababa de nacer.


No habían pasado ni dos apretones cuando volvieron a interrumpir al bueno de Jeremías que debido a que cuando hacía fuerza achinaba los ojos no había visto venir a una real zagala con más delantera que el Atlético Matusalén. Insinuante, erótica, sensual, susurró:


- Busco a Jacq’s.


- Pues como no se vaya a buscarlo a otro sitio, lo que va a encontrar aquí no le va a oler nada bien, palabra de pastor.


La mujer volvió por donde había venido y Jeremías, ya más tranquilo, depuso. Una vez finalizada su tarea y usado con buen fin los pliegues del periódico, se acercó al río para lavarse las manos, mas cuál fue su sorpresa al descubrir que lo que había en el cauce no era agua sino papel de aluminio.


Cansado y algo aturdido ante tanto acontecimiento decidió volver junto a la hoguera, tumbarse y tratar de dormir, inconsciente de que en el momento más importante de la historia de la humanidad y justo cuando desde lo más alto se estaba tomando la fotografía que pasaría a la posteridad, él estaba acuclillado, dándolo todo y pensando en cómo estaba el mundo que ni en medio de la nada puede uno cagar tranquilo.


*En aquella época, "Aleluya, Dos Sandalias con Lacitos", una marca de calzado que causaba sensación por su eslogan, Just do it, no tanto por su contundencia e impacto, sino porque aún faltaban más de 20 siglos para que se inventaran los eslóganes y unos cuantos menos para que se hiciera lo propio con el inglés, por lo que nadie entendía nada, como en los buenos anuncios





Reconozcámoslo, 2009 ha sido un año de mierda para todos. Por eso en la gente de Sapristi, el gran Miguel de Llobet, el Superintendente Vicente y el Capitán Rumikel hemos querido acabarlo con una sonrisa y con un homenaje al Caganer, que según dicen, simboliza la fertilidad y la buena suerte para el próximo año. Que así sea. Feliz año.




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viernes, 11 de diciembre de 2009

Lujuria


Quizás cegado por la luz de la linterna que el vigilante del museo enfocaba hacia su cara, quizás cegado por la lujuria y los años de incontinencia, al David de Miguel Ángel el único argumento que se le ocurrió para explicar por qué estaba en plena noche encima de la Venus de Milo fue un lacónico "compréndelo, no somos de piedra".

jueves, 3 de diciembre de 2009

Agallas


Imagínese que en pleno sueño siente la llamada fisiológica de la naturaleza. Se aguanta y se aguanta pero llega a un punto en el que es ir ahora o luego, cuando explote la vejiga. Así que se levanta medio dormido a eso de las dos y pico de la mañana y sin abrir los ojos para no despejarse dirige a tientas sus pasos hacia el baño. Y claro, como no quiere dejarlo todo perdido, decide hacer pipi sentado (si es usted chica, esta frase no hacía falta que la hubiese leído, pero me temo que ya es tarde, lo siento). Y que antes de notar el fresquito de la tapa en sus posaderas siente que lo que su piel toca no es el váter, sino las carnes de una persona que está sentada allí. De un salto se levanta y busca apresuradamente la luz. Le da al interruptor y ve que quien está allí sentada es Rita Barberá con el refajo en los tobillos y el pelo deshecho, si es que ese pelo puede deshacerse.

Qué susto, ¿eh?

Todo esto no tiene nada que ver con el post de hoy, es que no sabía cómo empezar y me ha parecido la mejor manera. Imagínense cómo eran las opciones descartadas. Ahora que ya hemos entrado en calor (es un decir) les puedo contar la historia. Todo ocurrió hace unos días. Unos cuantos, no les podría concretar ahora con exactitud, tendría que pensarlo. Ah, o contarlos con los dedos, también podría ser. Pero vamos, tampoco voy a ponerme ahora yo a realizar complicadas operaciones matemáticas que además, el 75% de ustedes no entendería. Así que como si de un adolescente Jordi González me tratase, iré al grano. El Capitán Rumikel y quien les habla (en realidad les estoy escribiendo, pero es que ustedes leen en voz alta y lo confunden) estábamos en la biblioteca de la Universidad de Massachussets leyendo varios números retrasados de la revista "Don Balón" cuando alguien se sentó a nuestro lado. A nosotros ya nos pareció raro porque no había más gente en toda la biblioteca (en USA estarán muy adelantados, pero no se vive la fiebre de España por las bibliotecas, allí apenas va nadie) y porque estábamos en una punta de la mesa y no había donde sentarse.

- Oigan.
-Shhhhiiiiittttt. ¡Por favor, piense en los demás!
- Pero si no hay nadie más. Estamos solos.
- Ah no, a nosotros no nos venga con teoremas filosóficos acerca de la soledad del ser humano en el universo, si somos o no el centro de la creación o si, más allá de la vida hay muerte, más vida o si resulta que el periplo vital está sobrevalorado y concluimos que es todo un largo fin de semana sin fútbol.
- Pero si yo sólo quería...
- ¡Encima! - intervino el Capitán - encima con exigencias. Yo quiero esto, yo quiero aquéllo, yo, yo, yo. ¿Y nosotros qué? Porque si vamos a estar todo el tiempo hablando de usted, nosotros nos bajamos en la próxima. ¿Qué biblioteca viene ahora?
- Si no hay obras por lo del Plan E, ahora viene Cambridge - le contesté.

En la megafonía de la biblioteca se escuchó: "Próxima estación, Cambridge. Correspondencia con las obras completas de Vicente Blasco Ibánez y la Enciclopedia del cuerpo humano visto por un nenúfar."

De un tirabuzón carpado, nos bajamos escapando del pelmazo. Y suerte, porque justo entraba un coro de acordeonistas rumanos y tres equipos de voleibol, pero masculino, sin argumento.

- Desde luego, no puede uno ni leer tranquilo.
- Dígamelo a mí (el Capitán siempre me habla de usted porque soy albino, pero él piensa que soy mayor) que el otro día estaba en el baño leyendo la composición de la pasta de dientes y ¿sabe quién entró medio dormida y se me sentó encima?
- ¿Rita Barberá?
- ¿Me lee usted la mente?
- No, no, lo intenté una vez pero como no pude poner el punto de libro, al día siguiente ya no sabía por dónde iba y lo dejé. Si eso cuando sea mayor y tenga tiempo...
- Ahh, el tiempo, qué cosa ¿verdad? Pagaría por disponer de un utensilio que pudiera ponerse bien en la muñeca, bien en la pared, y que me dijese qué hora es. ¿Se imagina?
- Quién sabe, quizás los hijos de nuestros hijos lo inventen. Ya hemos llegado, aquí me quedo. Mañana quedamos a las 11 en la Complutense, no tarde que nos quitan el sitio, ya sabe la fiebre que se vive en España por las bibliotecas.
- Sí, sí, lo he leído arriba. Descuide, allí estaré.

Y me fui dando saltitos hacia mi casa, ora sobre la pierna izquierda, ora sobre la derecha, en parte por divertirme (soy un hedonista, recuerden), en parte por retrasar la llegada al hogardonde me esperaba la soledad, los programas de telerealidad, la nevera vacía, la cama deshecha y el último disco de Álex Ubago, que lo tengo por si alguien entra con la intención de abusar de mí, al menos que sufra.

¡Jé, menudo soy!




NOTA DEL EDITOR: En vista de que el autor ha olvidado algo tan nimio como darle algún sentido al relato y ya que estaba, relacionarlo con el título del mismo o con la foto, la editorial, reunida en carácter de urgencia, ha creído conveniente informarles de que hay un grupo musical (a la par que elegante) que se llama Galactus y que ha publicado un disco llamado "Agallas" y que el Capitán Rumikel les ha hecho la foto de la portada y más, porque ya que estaba, como sólo es apretar un botón, pues oye. Y quién sabe, luego la gente se hace famosa y nunca sabes por dónde puede salir la liebre. Aunque si hablamos de un grupo de música, lo normal es que salga del trombón, que es donde mejor se está.
Si tienen ustedes un rato y orejas (mín. 1) les recomendamos que los escuchen. O si no, en el próximo post ya lo tarareamos.

martes, 17 de noviembre de 2009

¿Cómo lo veis?

Cuando el capitán me pidió mi opinión acerca de si aceptar o no una oferta para participar en un safari fotográfico en Kenia, le contesté que no se lo pensara dos veces.

- Ya, si dicho así parece bonito. Pero es que la oferta es para hacer de modelo en el documental "Cuánto tardan los leones en destripar a un gafapasta".
- Ítem más, amigo, además de conocer gente y fauna, participas en la labor didáctica y colaboras en la realización de millones de siestas cuando emitan el documental.
- Visto así, márchome.
- Adiós amigo, ojo con lo que me comes en esos poblados.
- No te preocupes, tengo un estómago a prueba de bombas.
- Tú sí, pero piensa en los leones.
- Estás en todo, Vicente, estás en todo.

Y se marchó. Y a su barco le llamó Libertad. Yo, aprovechando que mi barco ya tenía nombre y que ante mí se me presentaba un periodo de tiempo de cierto descanso, decidí que aprovecharía el momento para volar solo.
Ah amigo, cuán ignorante fui al pensar eso, con Iberia hemos topado. Qué desilusión me llevé cuando la azafata me dijo que no podía, que para pilotar un avión hay que ser piloto.

- Ya, pero si no me deja practicar un poco nunca llegaré a serlo. Además, no me diga que no hay aviones disponibles que se los veo por los ventanales. ¿Es por la gasolina? Tome, un zippo y en paz.
- No señor, para ser piloto hay que ir a la escuela de pilotos y estudiar durante 5 años.

Ja, ja, para que luego digan que las señoras con el pelo tan apretado a la cabeza no tienen sentido del humor. Una escuela de pilotos, como si eso existiera. ¿Se imaginan? Ja ja, ¿qué estudiarían? Eso azul es el cielo, eso duro, el suelo, hale mañana examen y el que suspenda, 100 vueltas volando a la ciudad. Vamos hombre, 5 años para ponerse una gorrita de Vacaciones en el mar y apretar el botón de piloto automático.

Si me dijeran que las azafatas sí que estudian, lo entendería: hacer esas cosas con las manos es otra cosa. Pero ¿los pilotos? Vamos anda. Porque vale, aparcar el avión no es fácil, pero ¡ni que lo tuvieran que hacer en un garaje! Hombre, si con una calle entera para ti no lo aparcas, es que eres burro de remate. ¿Qué haces cinco años estudiando para piloto? Va, en serio, geografía no puedes estudiar porque desde allí arriba todo se ve igual. Yo pensaba que se vería como en los mapas, cada país con su color, su nombre y unas líneas para saber dónde estás. Pero es que ni eso, el mundo está mal pensado. Al menos, para verlo desde arriba. Desde abajo es otra cosa, pero tiene menos mérito.

Ah, igual es que dependiendo de los créditos, aprendes a conducir naves espaciales. Así sí que lo entendería porque hay más materia:

- La semana que viene pregunto sobre el infinito.
- ¿Todo?
- Sí. Y no rechiste o le pongo un cero del tamaño de un agujero negro.
- Jo, nos tiene manía.

Así sí, pero vamos, conociendo el afán recaudatorio del Ministerio de Educación, me juego el tupé a que han separado las dos carreras, la de piloto de aviones y el de naves. Y lo de piso piloto debe ser un máster o curso de postgrado, como si lo viera.

- ¿Señor?
- Dígame, noble damisela. ¿Qué cuitas le circunvalan esa peinada testa?
- No quiero importunarlo, pero está usted hablando en voz alta.
- ¿Desde cuando?
- Desde justo debajo de la foto del chico ése con la mirada de locuelo.
- Vaya, me pasa mucho últimamente. No sólo hablo en voz alta sino que además, todo lo que digo queda escrito en un blog.
- Qué mala suerte, ¿no? Todos sus pensamientos al alcance de la humanidad.
- No se crea, apenas entra nadie. Sólo unos cuantos hippies que se imprimen los textos, los llenan de hierbas, hacen como un cilindro y se lo fuman.
- ¿Y vuelan?
- Menos recochineo, menos recochineo.

En ese momento noté que un dedo tocaba mi espalda. Dudé entre describir en voz alta qué tipo de sensaciones me propiciaba el tacto de aquel sarmentoso miembro para mantener la tensión y al mismo tiempo fardar ante los lectores del blog de mi capacidad descriptiva o cortar por lo sano, darme la vuelta de un saltito como si fuese el de rojo de Parchís y desvelar el misterio. Opté por lo segundo, ya que así hacía algo de deporte.

- Capitán, tú por aquí. ¿No te habías ido a Kenia?
- Me lo he pensado mejor. Me da miedo volar.
- ¿Y eso?
- Pues que a ver quién se mete en un aparato de esos pilotado por un tipo sin estudios que vete tú a saber si ha volado antes. Si al menos existiesen escuelas de pilotos o algo así, sería otra cosa.
- ¿Ve señorita, usted ve?
- Oiga, todo esto que yo estoy diciendo, ¿también sale en el blog?
- Nooo, noooo... - respondí temiendo que andase cerca de allí alguien de la SGAE y me pidiese dinero por usar sus palabras.
- Tranquilo, a Teddy Bautista no le dejamos entrar en el aeropuerto para que no nos sablee por decir los vuelos por megafonía. Y deje de pensar en alto.
- Es más, deja de pensar. Se hace tarde, tengo hambre y va a empezar el documental sobre las aventuras trepidantes del día a día de un peajista de autopista.
- ¿Aún estamos aquí? ¡Vamos para casa! ¿Se viene, moza?
- ¡Venga!

Y subidos los tres a un avión de papel, nos fuimos volando y despidiéndonos a la remanguillé del resto de viajeros, porque somos educados, porque hemos estudiado y porque lo cortés no quita lo valiente.

martes, 27 de octubre de 2009

Lucha de clases


Pese a sus más que evidentes diferencias de clase, la baguette y el pan de payés pronto hicieron buenas migas.

jueves, 22 de octubre de 2009

Memoria Histórica (vol.2)


Pensando en cómo sería anunciada en las cenas en sociedad, la entonces soltera Carmen Polo de Franco optó por Francisco en lugar de su otro pretendiente, Don Juan Fresa.


Anexo: Años después, los hijos de Pilar Mazo se alegraron al saber que el affaire que su madre tuvo con el General Mola no llegó a mayores.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Memoria Histórica


Contrariamente a lo que se nos intentó hacer creer durante 40 años, la Batalla del Ebro no comenzó porque los republicanos salpicaron a los nacionales.

domingo, 18 de octubre de 2009

Nosaltres els valencians

Estaba yo en mi despacho, mirando de soslayo por la ventana cómo la aurora esparcía su áureo manto por el valle sobre el que se asienta mi castillo/loft cuando recibí vía sms el encargo del Capitán Rumikel: necesito tu comentario de calidad sobre la situación política en Valencia. Y que me devuelvas el suéter de perlé que te llevaste, que parece que vuelve a refrescar.

Que uno tenga una mente preclara, una inteligencia rayana a lo paranormal y una cultura que haría palidecer a Zaplana no significa que deba ir por el mundo dando su opinión sobre esto o aquéllo con la misma libertad con la que bambolean los senos de una hippye montada en un toro de rodeo.

Mas no soy yo un cualquiera en esto del valencianismo, pues deberían ustedes saber que soy descendiente de una familia de rancio abolengo cuyos orígenes se remontan hasta más allá del año 1232, año en la que el Rey Jaime I y sus tropas de valientes entraron a caballo en el castellonense pueblo de Arles dando así inicio a lo que la historia patria llamó "La Reconquista" y que en los libros de historia de algunos países árabes se denomina "Una somanta de ostias que nos aún nos tiemblan las orejas".

Dentro de esas valerosas y aguerridas tropas tenía un lugar destacado mi antepasado Vicente de Vicentez. No eran la valentía y el arrojo sus principales virtudes, pues su labor consistía en, una vez pasaban los escuadrones destruyendo, aniquilando y quemando los asentamientos árabes, llegaba él junto al moribundo moro y le susurraba a la oreja "quien mal anda, mal acaba"minando aún más la moral de los pobres desdichados.

Cuenta la leyenda que cuando Jaime I llegó primero (de ahí su nombre) a la ciudad de Morella y en viendo que con el fragor de la batalla se habían cargado a todo bicho viviente que tuviera la piel más morena que Iniesta, dijo: "Huy, aquí vamos a tener que repoblar." Y que aún no había acabado la frase cuando mi antepasado llegó saltando por encima de los demás soldados a primera fila con la pilila a modo de estandarte y diciendo "Jaumet, ací estic jo, redeu!". Y así empezó lo que en los libros de historia patrios se denomina como "La repoblación" y que en los escritos hallados a las asociaciones feministas de la época se definía como "lo que aprovecharon los tíos salidos para plimparnos hasta por las orejas".

Era una tarea dura, pero alguien lo tenía que hacer. Y mi antepasado bien pronto fue ganándose fama de repoblador, en parte porque era el único que utilizaba anticonceptivos para ello, en parte porque cada vez que se encamaba con una moza se tomaba luego un tiempo para ir a contarlo a sus amigos y en parte porque como era corto de vista y en aquella época las señoras no tenían excesivo tiempo para dedicar a su ciudado personal, más de una vez hubo de ser reprendido por señores con bigote a los que el bravo militar estaba dando por el culo con su habitual ímpetu.

Fue sin duda un gran trabajo, no sólo por lo placentero del acto sino porque como cada vez que una de las damas daba a luz a él le tocaban 15 días de vacaciones, nueve meses después de comenzar la misión pudo jubilarse aunque él, profesional donde los hubiere, seguía de vez en cuando dándose una alegría con alguna de las lugareñas de las zonas reconquistadas.

Con esta ocupación no fue extraño que Vicente de Vicentez tuviera más hijos que José María Ruiz Mateos, desperdigados todos ellos por todo el Reyno de Valencia. No todos los descendientes, claro, de los Vicente tuvieron un papel tan importante como él en la historia de nuestra Comunidad (¡ni que fuéramos los Fabra!), pero sí que a lo largo de los tiempos algunos de ellos despuntaron, como el maese Sento de Vicent, que acompañó a Colón en su viaje a las Américas y del que se dice que importó los altramuces. O de su hijo Vicentet de Vicent, un luchador por los derechos humanos que en plena Inquisición propuso abolir la pena de muerte o que en su defecto, dejase de llamarse pena para no entristecer a los reos.

Mucho (más de 23 y de 24 años) tiempo después mi abuelo Vicente Vicentétegui (hizo la mili en Bilbao) fue determinante durante el intento de golpe de Estado de 1981 en los que salieron los tanques por las calles de Valencia. Él trabajaba de gorrilla y gracias a su pericia pudieron aparcarlos todos sin rayar ni uno, por lo que se dio un paso importantísimo para la paz.

Hace unos años, mi progenitor Vicente Vicente, camarero en el bar del Ayuntamiento de Valencia, se armó de valor para decirle a Rita Barberá que si al gin tonic le pones tónica sube menos pero que según algunos sabe mejor, con lo que la fábrica de Swcheppes pudo contratar a más de 4.500 personas para satisfacer la demanda.

Como ven, hablo con conocimiento de causa cuando digo que en todo esto del caso Gurtel hay algo que huele raro. O eso o que cuando he ido a pasear a Lisondo, mi perro, he pisado algo.

Pero si una cosa me ha enseñado la historia, Capitán, si algo en claro he sacado de la investigación de mis antepasados y de relacionarlo con los tejemanejes que se traen entre manos los mandatarios de los valencianos es esto: el suéter de perlé te lo devolveré cuando Albelda sea fallera mayor.

Senyor pirotècnic, pot començar la mascletà.

jueves, 1 de octubre de 2009

Sobredosis de letras


- Escribiendo tonterías no llegarás a ninguna parte. Y si no le pones gasolina al coche, tampoco.

La frase que me dijo mi madre antes de despedirse y lanzarse al vacío (es profesora de puenting), tan lapidaria como cargada de razón, me acompañó durante todo el viaje de vacaciones a mi mansión de Marbella hasta que me quedé tirado en la cuneta precisamente por no haberle hecho caso. Luego ella ya siguió, pues había quedado con un refrán y no quería quedar mal. Allá tú, frase, le dije, y levantando el capó me puse las manos en la cintura por la parte de la espalda y me quedé mirando el motor y moviendo la cabeza en forma de negación como si se hubiese roto la tapa del delco y yo supiese qué era el delco, dónde estaba la tapa del mismo, cómo se diferenciaba uno en plena forma de otro averiado y qué hacer llegado el momento de tratar de arreglarlo. En fin, tiempo hasta que llegase la grúa.

Mas lo que a mí me carcomía no era la factura del RACC, sino la primera parte de la oración materna. Y una polilla que se me había atrincherado en mis bermudas veraniegas y me estaba dejando con las vergüenzas al aire, más teniendo en cuenta que en época estival uno se vuelve rebelde y deja en casa los calzoncillos por eso de ser moderno y aprovechar para deshacerse de todo tipo de apreturas.

Lo vi claro: si quería llegar a ser alguien en esto del juntaletrismo, debía dejar de lado los chascarrillos y mi público aficionado a los efluvios del pegamento y convertirme en un escritor maldito, leído por gente con al menos 5 carreras, y que ninguna de las cuales fuese magisterio o publicidad, que no cuentan. Pero, ¿cómo se convierte uno en maldito? Y ¿cómo no se sobrepasa la fina línea que separa al escritor maldito del maldito escritor para que no le pase lo que a Lucía Etxebarría?

Cuando uno se pone a pensar sentando en un mojón de la carretera en agosto a las 3 de la tarde, corre el peligro de que los que pasan con el coche se quejen para sus adentros porque la administración gasta dinero público en esculturas conceptuales en vez de quitar los peajes y de que le pille una insolación. A mí lo primero plim, y lo segundo casi que también, puesto que si son ustedes seguidores de nuestras aventuras sabrán que nunca salgo de casa sin un sombrero tirolés. O sea que si quieren, este párrafo es prescindible, al más puro estilo cortazariano (para que luego digan que este blog no tiene nivel, maribel).

¿Qué distingue a un escritor maldito? Según los libros de literatura de COU de cuando yo estudiaba, tres cosas: una vida disoluta y bohemia, una tormentosa vida interior y una adicción a sustancias prohibidas que le abren determinadas puertas de la percepción pero que al mismo tiempo minan su frágil salud y le hacen apartarse aún más de la sociedad, con lo cual son más bohemios y su vida interior es más oscura, si cabe.

Lo de la vida disoluta y bohemia me daba cierto repelús, ya que cuando uno tiene una edad ir por la calle tocando la flauta con un perro flaco, durmiendo al raso y acostándose con señoritas con el pelo más graso que Leire Pajín me daba nosequé.

¿Puedo tener una tormentosa vida interior? Depende de lo que haya cenado ese día, pero de normal, las 5 horas al día que estoy despierto suelo dedicarlas al baile de salón (con especial predilección por el foxtrot) y a mirar series de dibujos animados, por lo que veo difícil que mi ego y mi superego se líen a mamporros con los traumas de mi infancia y mis ansias de reconocimiento y bla bla bla, sólo de pensar en pensar, ya me entra una pereza que...zzzzzzz.

No había otra, debía tirarme a algún tipo de adicción. ¿Drogas? Ni pensarlo, una vez intenté hacerme un porro y con mi habilidad para los trabajos manuales me provoqué tres esguinces en los dedos al tratar de liarlo. Y anduve 4 años con el papel pegado a la lengua por miedo a morir despellejado al arrancarlo. Y de jeringuillas ni hablar, ¡anda que no cuestan de fumar!

Con el alcohol tampoco podía coquetear. Tengo una especial facilidad para llorar como un bustamante cuando tomo dos anissetes de más y no creo que verme como un imbécil a moco tendido en el Café Gijón me dejara mucho más alto en el escalafón literario que Juan Manuel de Prada, que por cierto, también usa el mismo champú que Pajín. Suponiendo (que es mucho suponer) que usen.

¿Una adicción al sexo? Estaría bien, pero mi cara iba a costarme más dinero del que podría ganar incluso amañando más aún el Premio Planeta.

Sólo me quedaba una salida: explotar literariamente mi adicción a los altramuces.

Me dejé ver por presentaciones de libros con mi bote amarillo, comiendo compulsivamente y haciéndome notar cuando escupía las pieles entre los corrillos literarios.

Escribí un libro "Suenan ya los altramuces" acerca de un altramuzadicto cuya obsesión le hace cometer varios asesinatos guiado por la voz de un altramuz que se le aparece en la oscuridad. En algunas de mis entrevistas declaraba abiertamente mi problema e incluso aparecí en un programa de televisión literario (antes los había, lo juro) completamente ahíto de altramuces. Uno de los mensajes a 7745 que mandaba el público aficionado a las letras decía "Xo est k a tomao? jeminwei te quiero".

"La obra de este altramuzadicto- decía una crítica de mi libro- deja ver un tenebroso mundo interior de un artista movido por los hilos de su adicción. El escritor, que ha empeñado todos sus bienes materiales comprando una fábrica de altramuces, nos deja entrar en su subconsciente en el que luchan a brazo partido el niño que fue y que no imaginaba el lúgubre destino que le esperaba con el drogadicto reconocido, que necesita del dorado manjar para crear sus novelas. Es, sin duda, una cruel paradoja, de la que salimos beneficiados los lectores. Aunque eso le cueste la vida a este escritor maldito."

Lo estaba consiguiendo. Gracias a un libro de poemas, "El lado oscuro del altramuz" gané varios concursos de poesía muy bien remunerados, como todo el mundo sabe ya que la poesía vende, y mucho. Me casé con una hermosa zagala 32 años más joven que yo, aun a pesar de la oposición de su familia, que deseaba que antes de pasar por el altar, tomara la primera comunión y acabara el EGB.

Y debido a mi "problema" y a lo mal visto que estaba el altramucismo en la sociedad (varios cadáveres habían aparecido en los descampados víctimas de una sobredosis), tardé poco en verme vetado en los medios de comunicación. Y claro, las editoriales se negaron a publicar mis libros, que se vendían a urtadillas como rosquillas en las panaderías, aunque eso supusiera imprimir sobre ellas. Sobre las rosquillas, no sobre las panaderías.

Parecía que mi objetivo estaba cumplido, pero no. No era consciente del giro radical que el destino tenía preparado para mí. Estaba muy cerca de probar la parte más amarga del altramuz. Y créanme, un limón verde es mucho más dulce que lo mis papilas gustativas tuvieron que soportar. Maldito...

Continuará...



jueves, 30 de julio de 2009

Hagamos un inciso...


Queridos telespectadores, radioyentes y ejecutivos de 20 minutos, tengo noticias frescas, oiga. Ha empezado ya el verano, ya he sacado el edredón y he puesto una bolsa de agua fría en la cama, espero que ustedes lo hagan también, y no vale decir que viven en un pais nórdico y que allí hace un frío que te hiela los pezones, a mí no me echen la culpa, échensela al señor con barba y un triángulo en la cabeza.

Como habrán comprobado por el alienteo, les habla el Capitán Rumikel (RMK) con voz alta y clara (el paquete de ducados en la manga del brazo solo es para impresionar), y con alguna que otra falta de hortografía, ya saben que lo mío es lo de las fotos, esto de encadenar palabras disonantes es cosa del Superintendente Vicente. Pero esta mañana he recibido una nueva misión. Mientras dormía mi siesta de las 11.30 alguien ha aporreado la puerta de mi apartamento. Era una hermosa cartera (de las que traen cartas, no de las de piel) que me ha dado los buenos días, me los he guardado, y me ha entregado el siguiente telegrama:

"Despreciable Capitán - coma - tengo que ausentarme durante un periodo indeterminado - coma - que va a ser de unos 30 días indeterminados y puede que no correlativos - coma - quizás los ordene por orden alfabético pero en ningún caso determinado - punto y seguido - Tampoco puedo decirle dónde me podrá encontrar - coma - como ya le he dicho esta todo por determinar - punto - Sí puedo determinarle que le he cogido prestada la caravana y su seat supermiriaflore - coma - al que por cierto podría haberle puesto gasolina -coma - he tenido que vender el asiento del conductor y parte de los alerones para poder pagar los primeros litros - coma - los siguientes se los he cambiado por el maletín que tenía en el asiento de atrás, no he entendido lo que ponía escrito en letras doradas - coma - desde cuando sabe usted alemán - interrogante y punto y aparte - Durante mi ausencia le dejo a cargo del blog - coma - cuídelo - coma - dele de comer una vez a la semana y límpieme de chinos marranos los comentarios - coma - que los dejan hechos una porquería con tanto dibujito y link (los links guárdelos en una carpeta que hay junto al blog y no haga preguntas) - punto y aparte -

Haga chistes que se entiendan fácil - coma - eso gusta a los lectores y hace subir el nivel literario y métase con algún político - coma - eso nos evitará tener que presidir alguna mesa electoral en el futuro - punto y final - pd. coja una cerilla y prenda fuego a esta nota - coma - no se la fume que le conozco y luego cuando llega al bar y se toma una cerveza empieza a recitarlo todo - punto, puntísimo- "

Así que este verano me toca trabajar, ¡vaya! espero no decepcionarlos... no dejen de leernos, pronto volverá Vicente con su verborrea habitual. Yo, aprovechando que él no esta voy a instalarme en su piso y mirar si queda algo en el mueblebar.

Lo curioso del caso es que mi seat sigue en la calle cubierto de papelitos amarillos en el parabrisas (bonita palabra). Junto a él hay una señora que parece una gamba con bermudas, chanclas y calcetines, gritando:

- kartofens! Wo ist meine limunsina?

Hace cara de poca salud, de haber bebido mucha cerveza, ya se sabe, estos guiris...

¡Felices vacaciones!

domingo, 26 de julio de 2009

Fly me to the moon

Extracto del diario de Demetrio Rumikel Laffayette, el astronauta español que además de antepasado del Capitán Rumikel, fue el cuarto integrante de la misión espacial que llegó a la luna a bordo del Apolo XI y cuya presencia ha sido silenciada hasta ahora a causa de las increíbles revelaciones que contiene.

Día 0
Ya sé que hasta mañana no salimos, pero yo me he venido un día antes para pillar un sitio junto a la ventanilla. La nave está bien, las cosas como sean, no le falta de nada. He pensado que estaría bien darle un toque cálido y por eso he puesto unos dados de espuma colgando del espejo retrovisor. Estoy muy contento de formar parte de esta misión histórica. Lo único malo es que con los nervios se me ha cerrado el estómago y llevo 4 días sin hacer caca. Espero que no me entre el apretón en la luna.

Día 1
El lanzamiento ha sido un éxito. Sin embargo, entre la tripulación han surgido los primeros problemas. Cuando llevábamos sólo 10 minutos de viaje me he acordado que me había dejado el aire acondicionado enchufado en casa. Les he dicho de volver y se han negado en redondo. Me he puesto un poco farruco y al final hemos tenido que llamar a Houston y desde allí me han asegurado que ellos se harán cargo de la factura de la luz.
No sé si me llevaré bien con la gente. Armstrong es un poco chulito con esto de que ha ganado nosecuantos Tours de Francia y que sabe tocar la trompeta. No Aldrin no podré hablar mucho porque no sabe pronunciar la erre y me entra risa cuando dice palabras como "rinoplastia" "rifirafe" o "gustirrinín". Collins es el más normal, dice que lo que más le apasiona de la misión es que todo el mundo se acordará de su nombre para siempre.
Al final de la tarde la hemos vuelto a tener porque parece ser que está prohibido sacar la mano por la ventanilla. Estos de la NASA son un poco gilipuertas con sus normitas.

Sigo sin hacer de vientre.

Día 2:

El Universo está bien, pero es un poco monótono. Visto un planeta, vistos todos. Aquí dentro no hay mucho que hacer: los americanos no saben jugar a cartas, en la tele no se pilla ninguna cadena y no me he traído nada para leer. Para entretenerme un poco he cogido el micro y he dicho "Houston, tenemos un problema". Cuando me han contestado les he comentado que si una nave sale de Plutón a 120.000 kilómetros por hora y otra sale de Cuenca en dirección Venus a toda pastilla, ¿cuándo se encuentran en Saturno? Se han vuelto a enfadar conmigo. Me tienen manía.

Me aburro. Y me siento hinchado. Necesito evacuar o aquí se puede armar la marimorena.

Día 3:

Decididamente, Armstrong es idiota profundo. Después de comer nuestra menestra de verdura y pollo a l'ast en pastillas, me ha entrado el apretón. A toda prisa me he ido al baño, he estado casi media hora para descubrir cómo quitarme el traje y cuando ya estaba en ello, el tío cabrito ha enchufado lo de la gravedad y allá que nos hemos ido por los aires. Qué asco, hay caca por todos lados. Cuando por fin he conseguido salir del baño los tres estaban muertos de risa. Tontos, esta me la guardo.

Después de la siesta hemos llegado al término municipal de la luna. Por desgracia, está en cuarto menguante y nos las vamos a ver canutas para encontrar sitio donde aparcar el trasto. Hemos vuelto a llamar a Houston (entre lo de mi aire acondicionado y la factura del teléfono, no sé yo si les va a salir rentable esto) para ver quién será el primero en bajar de la nave. Nos han dicho que a ellos plim, que nos lo juguemos a piedra, papel, tijera. Ha ganado Armstrong. Qué potra tiene. A Collins le ha tocado quedarse en la nave. Hemos intentado consolarle diciéndole que ahora que ya sabe el camino puede venir otro día y que total en la luna tampoco hay nada que valga la pena. Pero no ha servido, lleva un mosqueo tremendo.

Día 4:
Ja ja, ¡qué pringaos estos americanos! Se la he metido doblada y me he vengado por lo de la bromita del cuarto de baño. Hemos podido aparcar la nave sin rayarla y antes de que bajara Armstrong he mirado por la ventanilla y les digo "vaya por Dios, ya hemos metido la nave en zona azul". Y ninguno de ellos había traído suelto, excepto yo, que siempre llevo calderilla por si veo a un mimo, tirárselo a la cabeza. Así que me he ofrecido a bajar y sacar el ticket y los tíos se lo han creído. O sea, que he sido el primero en pisar la luna. ¡¡¡Tooooooppp!!!

¡Qué mosqueo en Houston! Me han dicho que cuando llegue voy a flipar, pero oye, que me quiten lo pisao. La luna, así por encima, es un bluf. Que sí, que está ahí y que alguien tenía que ir, pero vamos que no tiene mayor atractivo. Mucho cráter, polvito blanco y poco más. Ni una zona verde, ni un banco para sentarse ni nada. Hemos estado un cuarto de hora los tres por aquí dando saltitos y luego nos hemos mirado y les he dicho que nos vayamos antes de que se haga de noche. A Aldrin le ha hecho risa. A Armstrong también, pero como estaba enfadado ha hecho como si no.

O sea, que ya está, el hombre ha estado en la Luna. Y ahora, para casa.

Día 5:
Quiero llegar a casa ya. Collins y Armstrong siguen enfadados y no dicen ni mú. Y Aldrin está súper pesado porque no dejan de ocurrírsele frases mejores que lo del paso para el hombre y la humanidad. Es lo que pasa, que en el momento igual no se te ocurre nada mejor y ya en casa, tenía que haberle dicho esto, tenía que haberle dicho lo otro y tal.

Encima me dejé el paquete de Ducados en la luna y no me puedo ni fumar un piti. Me aburro.

Huy, diario, te dejo, que Armstrong acaba de salir corriendo al baño. Al menos, vamos a echarnos unas risas.

jueves, 16 de julio de 2009

20 minutos de boicot


Leer de principio a fin una novela de Lucía Etxebarría, encontrarle sentido a una canción de Pau Donés, sentir atracción por Pedro Ruíz, reprimir los impulsos de apedrear a Ramoncín, ver un programa de Pablo Motos sin acabar dándote cabezazos contra la pared...

Todo esto es más fácil que votar por nosotros en el concurso del periódico 20 minutos.

Resulta que para manifestar tu apoyo tienes que registrarte en su web. Vale, lo hago. Y una vez hecho, van y te dicen que debes tener un blog. Y que ese blog debe estar incluido en su blogosfera. Para incluirlo, debes volver a registrarlo. Luego envías un SMS con el mensaje "Cabritos" al 9665, rezas tres avemarías, y golpeas los tacones deseándolo con todas tus fuerzas...

Sinceramente, he visto instrucciones de montaje de muebles de Ikea menos complicadas.

Entendámonos y hablemos claro: para que la gente te vote debes ir metiéndote por todos los blogs inscritos en la blogosfera del 20 minutos e ir dejando comentarios tipo: "me encanta tu blog, qué interesantes son las fotos del cumpleaños de tu sobrina. Pásate por el mío y ya me dirás qué te parece". Y si tú les votas, ellos te votan.

Un cognazo, vamos.

Y una decepción. Porque nos hacía ilusión. Yo ya me había comprado el traje para la gala, que se celebra en el mismo sitio donde se hacen todas las galas. Lo reconoceréis porque en la segunda fila, a mano derecha, está sentada Pilar Bardem. Vive allí, vamos. Había hablado ya con Pertegaz e iba a lucir una minifalda-pantalón beige, un chaleco de rejilla y un sombrero tirolés (qué menos). Y el Capitán había gastado todo su dinero en una diadema, que iba a ser todo su atuendo.
Incluso íbamos a hacer la broma en el discurso de decir "seré breve" y sacar un papelito que se desplegaba hasta al suelo, como si lo fuésemos a leer, ¿lo entienden? Ja, ja, qué bueno, se le ocurrió al Capitán, para que luego digan de si las drogas esto o si las neuronas nosequé. A mí se me había ocurrido que si venía Bibiana Aído, diría "seré breva", y sacaría un higo, que también se desplegaría hasta el suelo, ah, qué buenos somos, lástima que no se nos pueda votar.

Pero oigan, esto no queda aquí. El Capitán y quien les habla estamos trabajando en un plan para hundir inmisericordemente a este periodicucho. Les cuento, llevamos toda la semana yendo a la puerta del metro, cogiendo un ejemplar y... ¡¡¡salimos corriendo sin pagarlo!!! Ja, ja, ja, donde las dan las toman. Sí, cansa, porque para que no nos pillen corremos 40 minutos seguidos sin mirar atrás, por si nos siguen.

Hemos hecho unos cálculos. No sabemos qué vale un periódico, pero así al vuelo, por la cantidad de letras que hay calculamos que no debe bajar de los 300 euros. Y si robamos 2 por día, por 59 días que tiene un año, nos sale que les estamos provocando unas pérdidas de alrededor de 92 millones de euros al año. O sea, que si dentro de un año revendemos los periódicos (estas cosas son como el vino, de un día para otro van aumentando su valor), calculamos que muy pronto podremos fichar a Cristiano Ronaldo para jugar en la liga de los jueves.

¿Cómo lo ven? Maquiavélicos, pero eficaces, ¿verdad? (Nota mental: avisar al Capitán para que nos dé de alta en los premios del periódico Expansión a la mejor iniciativa económica privada.)

Además, con lo que nos sobre, compraremos unas rotativas con dos objetivos claros:

- Ponerlas en marcha, esperar un rato fuera y entrar gritando ¡¡¡Paren las rotativas!!!, ya que es algo que siempre nos ha hecho ilusión.

- Y crear el periódico "19 minutos". O sea, un periódico que se lee en un minuto menos que el otro. ¿Te imaginas ahorrar un minuto al día? Si un mes tiene 97 días y un año 2 meses, te sale que con nuestro periódico ahorrarías 365 días al año. ¿Tú sabes la de cosas que puedes hacer en ese tiempo? La pregunta que se estará haciendo usted ahora es: ¿cómo no se nos había ocurrido antes? Ah, es el truco, adelantarse, ver más allá, ser proactivo, buscar la excelencia.

Sí, sí, muy listos, pero ¿cómo harán para ahorrar ese minuto? ¿Eliminarán información? O sea, ¿censurarán? Ahhhh, ¡¡¡censura!!! ¡¡¡que vengan los de Greenpeace!!! (Nota mental dos: despedir a la persona contratada para hacer preguntas en mis escritos)

No señores, hemos vuelto a hacer cálculos y creemos que se puede ahorrar mucho espacio y mucho tiempo si en todas las noticias donde aparece el nombre de Francisco Camps ponemos Paco Camps. Y donde aparezca Rita Barberá, acortamos con "It".

Con eso nos basta y nos sobra.

Y ya verán, en menos de 6 meses o medio año aproximadamente, 20 minutos sólo será un recuerdo del pasado. Y el monopolio de la información estará en nuestras manos. Y haremos un concurso de blogs en el que sólo podamos participar nosotros. Y ganaremos.

Y entonces se habrá hecho justicia.

Y para que así conste, lo dejo escrito, en Tudela, a 35 de agosto del año 1.596.


Firmado:

Nosotros.


P.D. Por ahora tenemos un voto. Vamos por delante de Soraya, de Hernández Mancha, de Izquierda Unida y de Remedios Amaya. Aunque esta última parece que empieza a remontar...



viernes, 10 de julio de 2009

Vidas bipolares. Hoy, Franz Kakfa

Dijo Camilo José Cela en una entrevista algo así como que España es un país tan pobre que no puede permitirse el lujo de tener dos opiniones distintas de una misma persona. Luego comentó que era capaz de engullir un litro de agua vía anal y todos nos quedamos con esta segunda frase, dándole sin pretenderlo, la razón.

Esta introducción me viene al pelo para presentar la nueva sección del blog, Vidas Bipolares (aunque también había pensado en llamarla Bi-das), en la que debido a mis vastos conocimientos de historia, literatura, filosofía y balónvolea, voy a tratar de echar luz sobre otras partes menos conocidas de las biografías de los grandes prohombres de la humanidad, entre los que todavía (tiempo al tiempo), no me incluyo.

Y para comenzar, nada mejor que la vida oculta de Franz Kafka. ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando escucha este nombre? ¿Un tipo triste? ¿Un pesimista irredento? ¿Una excusa para decir que no entiendes algo y seguir pareciendo listo (¡esto es kakfiano!) ¿Un sombrero tirolés? Ya, ya, es que están en migración (ver post de abajo). Mas dejémonos de zoología y adentrémonos en la Praga de finales del siglo XVIII (dieciocho).

Quizás les sorprenda, pero Franz era un tipo alegre y jovial como una castañuela a la que le ha tocado la lotería. El Pischa de Praga, le llamaban. Franz iba de un café a otro con su perro, llamado Mistetas, contando chistes y divirtiendo al personal con sus anécdotas.

Se han encontrado escritos que afirman que suya fue la invención del chiste de estirar del dedo. Y Vladak Smirnoff, coetáneo suyo, cuenta en su libro de memorias "Y eso que no había post-its" lo siguiente:

"En aquellos años, Praga era una fiesta. El sonido de los acordeones te acompañaba desde que te levantabas hasta que te acostabas. Sobre todo si trabajabas en una fábrica de acordeones. Y el principal actor de aquella orgía de risas era el bueno de Franz. Cuando él y su perro llegaban al café, todos callaban, esperando ansiosos a ver con qué chascarrillo nos sorprendía. Recuerdo una vez, en invierno, fuera había nevado y debíamos estar a unos 20 grados bajo cero. Y llega Franz y dice, "qué viruji, ¿eh?". Sólo de recordarlo se me pone la piel de gallina. Y me salen plumas y pico. Co, co, co...".

De día, Franz se ganaba la vida como agente de seguros, pero al caer la noche Franz se transformaba en un monologuista increíble e iba de café en café con su pared de ladrillos y su taburete, haciendo las delicias de los pragueros: ¿se han fijado alguna vez en que en todas las cestas de mimbre de las señoras que van a hacer la compra siempre hay una hoja de lechuga? Ja, ja, ja, venga la risa.

Pero un fatídico día, todo cambió. Como cuenta su ex-amigo, Luboslav Mladenov Penev en el documental "Me pillas en Praga's", "Esa tarde estuvimos comando un café Franz el pisha y yo. Y me contó su próximo proyecto, una novela de humor en la que un hombre se levanta convertido en escarabajo. Estaba emocionadísimo con la obra, todo eran gags hilarantes y frases con doble sentido que incluso me hicieron saltar las lágrimas de tanto reír. Y porque me quemé con el café. Pero al irse a casa sucedió la gran tragedia. Su perro, su amigo inseparable, se escapó. Lo buscó día y noche y no lo halló. Cuando volvió al bar y preguntó "¿Chicos, habéis visto a Mistetas?" todos nos levantamos y con una gran sonrisa le contestamos "¡¡No, pero nos gustaría verlas!!" y nos echamos a reír a carcajada limpia. Sólo de recordarlo se me pone la piel de gallina. Y pongo un huevo. Y laxo mi actitud sexual. Co, co, co..."

Franz nunca volvió a ver a Mistetas. Su vida sufrió una metamorfosis y cayó sumido en una profunda depresión. Se encerró en su habitación a escribir las obras por las que ha pasado a la posteridad y unas cartas para su padre y ya no volvió a sonreír hasta unos cuantos años más tarde, cuando el médico le dijo que le quedaban pocas horas de vida debido a su tuberculosis.

- ¿Qué? ¿Le hace gracia saber que va a morir?
- No, es que pensaba que moriría por lo del dedo.
- ¿Qué le pasa en el dedo?
- Estire y verá, estire...







jueves, 2 de julio de 2009

Los Ángeles de Vicente


Cuando me enteré del fallecimiento de una de las actrices de Los Ángeles de Charlie, muchas cosas pasaron por mi cabeza. Entre ellas, un sombrero tirolés que se me posó y me acompañó hasta ayer, cuando partió en migración junto a su bandada hacia testas más cálidas del norte de África.

Si tuviese que quedarme con un animal, sería sin duda el sombrero tirolés: es noble, elegante, fiel, aguerrido y tiene, junto con la camiseta imperio, uno de los rituales de reproducción más cómicos del reino animal. Ja, ja, sólo de recordar a dos sombreros tiroleses en época de celo me entra risa, ja ja. Lástima que un 89% de las sombreras no sobrevivan al parto y sus cuerpos inertes aparezcan varados en las costas, comidos por los peces y por los portalápices marinos. Ja, ja, los portalápices marinos, ja ja. Otro día les contaré más cosas sobre animales, recuérdenmelo cuando me vean por las calles dando saltitos con mi saltapic o asomado a una ventana lanzando miguitas de pan a los sinfonieres.

También me vino el recuerdo de cuando en un intento de modernizar la organización secreta en la que trabajo, mis superiores decidieron crear un cuerpo de élite femenino guiado por mí. Eran tres mujeres (de ahí lo de femenino) expertas en artes marciales y altamente cualificadas para desarrollar peligrosísimas misiones.
Formamos un equipo llamado, en un alarde de originalidad, Los Ángeles de Vicente (si esto fuera una historieta de Mortadelo y Filemón, ahora estaríamos en una viñeta muy grande con el nombre en letras gordas, o como las llaman los diseñadores gráficos, letrotas). Al igual que en la serie, ellas no me veían la cara, fue la única condición que pusieron para trabajar conmigo. Se llamaban Inga, Scarlett y Práxedes. Y eran de Noruega, de Suecia y de Sueca, che.

Nunca olvidaré cuando mi abuelo me regaló mi primer Werter's Original ni nuestra primera misión. Desde mi despacho apreté el interfono y dije: "Ángeles, dejad todo lo que estéis haciendo y venid, hay una misión urgente que cumplir."

Minutos después, entraron por la puerta:

- Perdona mi atuendo Vicente, pero es que estaba probándome el catálogo de lencería femenina de Women Secret y como has dicho que lo dejáramos todo...

- Y el mío, yo estaba experimentando qué se siente al embadurnar mi cuerpo de top model con nata. Nunca sabes cuándo te va a hacer falta.

- Yo me estaba duchando y para no venir desnuda, me he puesto una muñequera, aunque escotada.

Rediela, aquéllos sí fueron buenos tiempos. Eran auténticas profesionales y no fallaron nunca ninguna misión. Y si lo hicieron, a mí plim. Me bastaba con que lo intentaran y me pasaran vídeos de sus fiestas del pijama sin pijama. Nunca he sido un jefe excesivamente autoritario.

Sin embargo el tiempo es como Luis Cobos, que todo lo que toca lo estropea y al cabo de unos años me vi en la obligación de deshacer el equipo. Inga salió del grupo cuando me negué en redondo a acatar las órdenes de su sindicato que exigía cambiar el nombre por el de Los/Las Ángeles/as de Vicente/a.

A Scarlett le salió cara su afición al embadurnamiento de nata y murió obesa, con el colesterol por las nubes y devorada por una manada de calcetines salvajes.

Con Práxedes la ruptura aún fue más traumática: se me ocurrió decir que en Dénia se hacen mejores paellas que en Sueca y montada en cólera trató de asfixiarme apretándome la miembra con un cascanueces. Por suerte la llevo forrada de amianto para evitar constipados y la cosa no fue a mayores. Aunque al quitarme el forro para ver si me había dañado, me constipé. Je, si lo sabía yo.

Luego la organización decidió sustituirlas por un coche negro que hablaba, se ponía a dos ruedas para pasar por entre camiones cargados de hortalizas y estaba preparado para destruir carros de heladeros en persecuciones por las calles de San Francisco. Y a mí me asignaron como secretaria a la señora Angelines, una señora de Cuenca que no sabe kárate pero que en sus ratos libres amaestras camisetas imperio en la terraza de su casa.

Y de ella es de donde saco todos mis conocimientos sobre el mundo animal con los que impresiono a mis amigos. Y a la larga, compensa. Vaya si compensa...

viernes, 26 de junio de 2009

Mi lucha



Extracto de las memorias de Jacinto Estrada, agente secreto de las Brigadas Rosas al que asignaron la misión de asesinar a Hitler o, en su defecto, ponerle una pinza en la nariz sin que se diera cuenta.

(...) Y allí estaba yo, en plena noche, en su habitación, al pie de su cama. Y allí estaba él, con su bigotillo, con sus ojitos cerrados, con su impoluta raya al lado y agarradito a la cintura de Eva Braun cuyos ronquidos solapaban el ruido de mis pasos.

Burlar a los guardias de la GESTAPO que custodiaban la fortaleza fue mucho más sencillo de lo que imaginé. Bastó con usar el viejo truco de decir “Perdón, es que me he dejado esta mañana una cosa que me hace mucha falta y…” para ir pasando un control tras otro. En el último, el más férreo, usé la infalible técnica de ir andando hacia atrás para que creyeran que me estaba yendo. Todo salía a la perfección.

No era, no vayan ustedes a pensar, mi primera misión de alto riesgo. Ya durante la Guerra Civil me introduje dentro de una barra de pan en la cárcel de Alicante para abastecer de máscaras antigás a un grupo de compañeros arrestados y condenados a muerte por repartir panfletos a favor de Soraya en Eurovisión. Debido un error provocado por el caos reinante en el bando republicano la misión no acabó como debiera ya que todos ellos fueron fusilados al amanecer (eso sí, sin inhalar nada de pólvora) mientras yo me las veía y me las deseaba para escapar oculto dentro del mango de una gran lima.

Ese fracaso hizo que mis superiores decidieran enviarme a Siberia con una camiseta imperio y la prohibición de entrar en España hasta que Franco se presentase a las elecciones por Izquierda Unida. Pasé una temporada bastante constipado y con la pilila más arrugadita que una uva pasa, pero un tiempo después el Partido volvió a reclutarme: esta vez querían que pasara una noche de pasión con La Pasionaria, a lo que contesté que tampoco se estaba tan mal allí. Seguramente me hubiesen dejado morir congelado como una merluza en daditos si las noticias que llegaban desde Europa no hubiesen sido tan alarmantes: Hitler seguía avanzando, Mussolini ostentaban cada vez más poder y el Real Madrid había fichado a Di Stéfano. Los defensores de la democracia debían actuar. Y ahí entraba yo de nuevo.

Una mañana, mientras me hallaba yo componiendo una canción titulada Hielo Submarine recibí el encargo vía paloma mensajera con bufanda: debes matar al Fürher. Y cuanto antes. ¡¡Venga!! ¡¡¡Hop, hop, hop!!!

Una línea después estaba a la orilla del Rhin, parapetado tras una jarra de cerveza y ataviado con el traje típico alemán: una camiseta de Beckenbahuer. Tras pasar unas duras pruebas me infiltré en las SS que para mi sorpresa, significaba Somos Superguays y sólo dos meses después me destinaron al equipo de defensa personal del canciller. Ganarme la confianza de los nazis fue complicado ya que a los alemanes no les hacen risa los chistes de un inglés, un francés y un español. Por suerte, conseguí la amistad con Goebbles cuando le conté el truco de decir “correo comercial” en vez de “propaganda” para que le abriesen las puertas por el telefonillo. Y eso me facilitó mucho las cosas.

Y ahora estaba a sólo un metro de mi objetivo. Iba a matar al puerco más sanguinario que la humanidad ha tenido que soportar. Sin embargo, al bajar la mirada y ver junto a la cama sus dos pantunflas con forma de perrito con la lengua fuera me entraron dos dudas existenciales:

- ¿Se dice impreso o imprimido?

- ¿Quién soy yo para quitarle la vida a un hombre?

Fue entonces cuando comprobé que su existencia y la mía tenían nexos de unión: a los dos nos habían suspendido en dibujo. Y quién sabe, quizás sus palabras a favor del exterminio del pueblo judío se habían malinterpretado (todo el mundo sabe que en alemán cualquier cosa que digas parece peor). Entonces comprendí que no podía cumplir la misión.

Así que opté por una alternativa satisfaciera a mis superiores y que no me dejase pesos morales en la conciencia. Aprovechando su letargo y con la ayuda de mi navaja albaceteña le practiqué una circuncisión que me quedó niqueladita. Luego le adherí dos tirabuzones ondulados a ambos lados de las sienes y con un trocito de boina que siempre llevo puesta le fabriqué un birrete que le sentaba fetén.

Lo que sucedió al día siguiente cuando se despertó y se vio al espejo es algo que (con matices, eso sí) ya recogen los libros de historia y que desencadenó la confusión que aproveché para tratar de exiliarme a México oculto en una lata de mejillones de Baviera que, si se me permite el inciso, no tenían nada que envidiar a los de la ría de mi pueblo, a los que aprovecho para saludar.

martes, 23 de junio de 2009

Vida laboral


Quería que mi trabajo no me impidiera conservar a mis amistades. Por eso me hice taxidermista.

jueves, 18 de junio de 2009

Pioneros



Pocos, muy pocos, conocen la figura de Willy Belafonte, uno de los pioneros del rock&roll estadounidense y al que la historia y el destino maltrataron con ensañamiento sólo por el hecho de nacer y morir el mismo día y a la misma hora que Elvis Prestley. Su figura, hasta ahora marcada por el más absoluto de los anonimatos, supuso un vuelco radical en la música contemporánea y su influencia puede notarse en gran parte de las canciones que escuchamos hoy día por la radio o como prefieren llamarla los puristas, por el transistor.

Willy Belafonte se crió en un ambiente en el que la fama y el reconocimiento social no era algo ajeno. No en vano, su padre, William Fernando Belafonte pasó a la posteridad por ser la primera persona que confunció el tocino con la velocidad, razón por la cual toda su familia pasó pasó mucha hambre, pero la pasó rápido. También hay retazos de gloria en el currículum de su tío, Isaac Belafonte Alexandre, que en un asecensor fue el primero en pensar (y llevar a cabo, ahí está quizás, el mérito) que si con una navaja borrabas las letras "I" y "M" de la frase "Impidan que los niños viajen sólos", la diversión estaba más que asegurada.

Con estos antecedentes, no era extraño que cuando Willy sólo tenía 5 años, su familia ya notase que el niño mostraba unas más que evidentes inquietudes. A los 7 años y tras haber probado sin éxito el solfeo, el béisbol, las matemáticas, el kárate, la mecanografía, la papiroflexia y la esgrima, descubrieron que en realidad era que le molestaba la etiqueta del suéter.

A pesar de la poca fortuna del niño con la primera prueba de contacto con el mundo de las melodías (su profesor de piano lo definió como alguien muy similar a Beethoven: le gusta música pero debe ser completamente sordo) su madre siguió empeñada en que durante su adolescencia aprendiese a tocar un instrumento. Tuvo (cosas de la edad, ya saben) que insistir mucho y que añadirle que en la medida de lo posible, el instrumento debía ser musical y que dejase de hacer eso o se quedaría completamente ciego.

Fue durante una comida del Día de Acción de Gracias cuando toda la familia asistió asombrada al nacimiento de una leyenda. Al acabar la comida, el abuelo James Belafonte Ribs pidió a Jessica, la criada, que sacara las botellas de licor, a lo que ella obedeció sumisa, como no podía ser de otra forma. En una bandeja portó varias botellas que depositó sobre la mesa. Todos se sirvieron un par de copas y la mezcla del alcohol con la alegría de estar todos juntos hizo que el tío George Belafonte Fields se lanzara a cantar Sweet Home Alabama, pero en gallego. Y todos le siguieron, excepto Willy, que se había atragantado con un huesecillo del pavo y estaba comiendo migas de pan a ver si bajaba. Pero no.

Precavido como era, decidió no arriesgar a cortar sus cuerdas vocales con un gorgorito y pensó cómo podría él colaborar en la canción. Ya está, tamborilearé con los dedos, sin caer en la cuenta de que se los había abrasado por completo al intentar sacar el pavo del horno. Tampoco podía silbar, ya que la sopa que había tomado de primero estaba tan caliente que había quemado sus labios y su lengua, razón por la cual, además, no podía decir "aserradero" y dependiendo de cómo le diera la luz en la cara, se parecía cosa mala a Ana Torroja.

Total, que se dio por vencido y asumió que aquella fiesta no iba con él. Así que cogió una cucharilla y al ir a comer un trozo de pastel reparó en aquella botella sin abrir que había traído el tío Raoul Belafonte Hill de su viaje a España. Un mono con la cara de Darwin en su etiqueta y un líquido transparente. Y lo más importante: unas estrías en el cristal que, oh maravilla, al rasgarlo con la cucharilla produjo un sonido que estremeció al resto de comensales. Tras unos momentos de silencio para asimilar tanta belleza la canción siguió, ahora sí, acompañada por los acordes de Willy a la botella. Cuando acabaron todos estaban llorando de emoción, excepto tía Annete, que lloraba porque tratando de cortar la carne se había clavado no ya el cuchillo, sino el pavo entero, en pleno pulmón.

Quiso la casualidad que justo en la casa de al lado estuviese comiendo Andrew Ormaech, a la sazón cazatalentos de la prestigiosa Redound Records. Al oír aquello saltó por la ventana y fue corriendo a la residencia de los Belafonte, a la que entró (lo cortés no quita lo valiente), por la puerta. Allí mismo le ofreció un contrato de 5 años y 10 discos con su firma. Y empezó la carrera musical de Willy Belafonte.

¿Qué pasó luego? Muy sencillo, su primer éxito musical "Me, my bottle, my litlle spoon and me" le catapultó a lo más alto de las listas de ventas. Los éxitos, las entrevistas, los discos, las chicas... Y cuando parecía que todo iba a ir sobre ruedas, desde una emisora de radio se escucharon los primeros acordes de "Love me tender". El fenómeno Elvis arrasaba con todo. Para tratar de contrarrestarlo, los poco avezados representantes de Willy trataron de poner de moda un peinado consistente en cortarse las patillas incluso por encima de las orejas y en ponerle también un mote a Willy: "el cóxis".

Pero no hubo tutía. La caída de Willy era irremediable. Y pasó los años entrando y saliendo de la cárcel debido a sus problemas con las puertas giratorias y actuando en tugurios de mala reputación (y peor whisky). Y de ahí, a peor, al más absoluto de los olvidos.

¿Por qué no se conservan sus discos? Pues parece ser que porque alguien grabó encima un disco de los Indios Tabajaras. Sólo queda uno, que está en el museo del rock&roll de Tenesse, y sirve para sostener una pata de una mesa en la que están expuestas las pelucas que lleva el de Amaral debajo del sombrero, en una clara alegoría de la importancia de la música de este genio incomprendido y tan poco reconocido.

Cuenta la leyenda que Willy pasó sus últimos días en Kansas City, obeso y arruinado, lo cual le incapacitaba incluso para pedir limosna (¿darías tú dinero a un gordo?, ¿eh?) y triste, agarrado a su botella y a su cucharita, como un yonky cualquiera. Y que una anciana lo encontró muerto en un callejón mugriento, el 16 de agosto de 1977.

Aunque hay otros que dicen que Willy aún está vivo, escondido del mundo y que el día menos pensado volveremos a oír el dulce sonido de su música, ringa, ringa, ringa. Ringa, ringa, ringa.

Que así sea. Amén.





jueves, 11 de junio de 2009

Metamorfoseando la metamorfosis (4)


Por la mañana, y tras un sueño intranquilo, Gregor Samsa despertó y descubrió que quien se había convertido en un escarabajo era su coche.

viernes, 5 de junio de 2009

LA REVOLUCIÓN FRANCESA, THE SITCOM

Extracto del guión del episodio piloto de esta teleserie, que finalmente no verá la luz debido a presiones de diferentes estamentos, como la asociación de personas en contra de las teleseries (APCT) o la Federación Española Oligárquica Trapecista Española (FEOTE). Todos los derechos están reservados. Cualquier reproducción, total o parcial, de estas líneas, será castigado con una noche encerrado en una habitación con Ramoncín.

París, 14 de julio de 1789. Tiempos convulsos en Francia. Luis XVI ve cómo no sólo las masas están sublevadas, sino que además, Ikea ya tiene más muebles que él. La crisis económica es tan grave que Jaques Villenueve decide quitarse la vida al no ver futuro para su negocio, una empresa de guillotinas. Irónicamente, se suicida no cortándose la cabeza, sino el resto del cuerpo. Interior Día. Mientras las calles están siendo tomadas por el pueblo llano y la nobleza huye a escondidas disfrazados de gondoleros venecianos o silbando y andando con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos, en una habitación algunos de los más importantes mentores de la Revolución tratan de poner los cimientos al nuevo estado de las cosas, en lo que se llamaría el comienzo de la Ilustración, y que años después sería seguido por gente como Ibáñez, Sonia Pulido, Escobar, Mewell o la Señorita M.

Allí tenemos a Rosseau, Montesquieu, Voltaire, Marat, Danton y Carla Bruni, que ya entonces tenía fama de buscona. Están comiendo baguettes rellenas de croissant, plato típico por aquella época. De fondo se oyen cañonazos y vemos por la ventana volar alguna sotana sin nadie dentro.

ROSSEAU: Necesitamos un lema. O como decimos nosotros los franceses, un slogan.

DANTON: Libertad, igualdad y…

VOLTAIRE: ¡El plus pal salón!

DANTÓN: No sé, no sé, le falta algo.

ROSSEAU: ¿Y Just do it?

DANTÓN: No me acaba, lo veo poco deportivo.

SFX: Llaman a la puerta.

MONTESQUIEU: ¿Quién es?

OFF: Soy yo, Larousse. ¡Abridme!

TODOS: ¡¡¡Que no queremos enciclopedias!!!

LAROUSSE (desde fuera): ¡Que no es eso, que traigo noticias! ¡La multitud ha tomado La Bastilla!

MARAT: (mientras abre la puerta) Ja, ja se me ha ocurrido una gracia con eso de tomar La Bastilla. ¿Os la cuento?

VOLTAIRE: No hay tiempo, la revolución ha empezado. Que alguien llame a Montblanc para que traiga un boli y un papel, tenemos que hacer la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

DANTON: ¡Y a la mujer que vive en un pueblo, que le den por le darriere!

VOLTAIRE: Artículo Uno, todos los franceses deberán llevar camiseta blanca con rayas horizontales azules. Y las francesas, gorrito de medio lado.

MARAT: Dos, queda totalmente prohibida la letra egue.

MONTESQUIEU: Los españoles no podrán participar en el Tour de Francia ni en Roland Garrós.

VOLTAIRE: Vale, estos serían los más importantes para salir del paso. En el resto, poned Loren Ipsun y ya lo sustituiremos por texto bueno.

SFX: Llaman a la puerta.

OFF: Abridme, soy yo, Cousteau.

TODOS: ¡¡¡Que no queremos colecciones en fascículos de tus peces!!!

COUSTEAU: Que no, que no, que traigo noticias frescas. La multitud ha decapitado a Luis XVI. Ahora es Luis X y VI.

MARAT: (abriendo la puerta) Esto se está poniendo interesante. Estamos escribiendo una de las páginas más importantes de la historia. Me voy a casa a darme un baño, que no querría que me recordaran como un tipo que no se ducha.

VOLTAIRE: Tienes razón, como me gusta decir a mí, Au Revoire.

MONTESQUIEU (emocionado): ¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!!

Silencio. El resto de personajes lo miran extrañado.

MONTESQUIEU: Perdón, no sé por qué, he creído que estaría bien acabar así la reunión.

Todos van saliendo, excepto CARLA BRUNI, que se desnuda, tapa sus vergüenzas con una guitarra (española, eso sí) y se queda tarareando Alesanfándelapatrí con su voz dulce y aterciopelada. Y con esa música de fondo iniciamos un travelling sobre ella para quedarse en un plano general de la calle, donde la plebe se está ensañando con una aristócrata, a la que ya le han cortado la cabeza 15 veces, pero siguen, egue que egue.