Quizás cegado por la luz de la linterna que el vigilante del museo enfocaba hacia su cara, quizás cegado por la lujuria y los años de incontinencia, al David de Miguel Ángel el único argumento que se le ocurrió para explicar por qué estaba en plena noche encima de la Venus de Milo fue un lacónico "compréndelo, no somos de piedra".
viernes, 11 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Acabo de imaginarme la situación y me ha venido a la mente un chiste que siempre me ha hecho mucha risa, "si no hay bracitos, no hay galletitas"...
Si es que tanta belleza no se puede aguantar, tronco!
me parece a mi que hasta el marmol tiene las hormonas revolucionadas...
Publicar un comentario