miércoles, 14 de abril de 2010

Nuestros problemas con las mujeres



Si el empecinado lector tuviese que elegir un calificativo que, sin insultarnos ni mentar a nuestras familias, nos describiera, posiblemente se quedaría como el periodista zangolotino y vago que recurre a los tópicos ante una nueva jugada de Messi: sin adjetivos.

No obstante, si la pregunta se nos trasladase y recayese en nuestras curtidas en mil batallas manos la labor de elegir un epíteto que nos acompañara en todas las glosas que de nuestra personalidad se hicieren en contraportadas de libros, artículos de opinión, estudios universitarios, enciclopedias submarinas y demás zarandajas literarias, no cabe duda de que el escogido sería el de mujeriegos.

Sí, amigos, aquí donde nos ven, somos unos mujeriegos de tomo y lomo. Estamos en el mismo bando  que grandes galanes conquistadores como Paco Rabal (cuando era más joven y estaba vivo), Imanol Arias, Álex Ubago (quien no es mujeriego es porque no quiere), uno que sale en Gran Hermano o Hugo Silva.

El único problema con el que nos encontramos a la hora de desarrollar nuestra pasión por el sexo opuesto es que las mujeres, mira tú por dónde, no son nada nosotrosiegos. Lo que hay que ver.

No sabemos por qué, algo falla. Algunos piensan que es porque desprendemos algún tipo de feromonas que, sin pretenderlo, las repele. El nombre científico lo desconocemos, pero parece ser que comúnmente se le llama "sudor reseco envejecido en axila desde años ha" y es muy habitual en gente muy dada a la vida contemplativa y poco tiempo para ducharse como los curas con sotana con niño dentro o los intelectuales, grupo en el que también estamos, contrariamente a lo que le sucede a Álex Ubago y al de Gran Hermano.

Y a Hugo Silva, aunque él piensa que sí y acude con bufanda blanca y comiendo altramuces a las presentaciones de los libros y los demás le hacemos el vacío mirando al techo y mascullando "mmmmm..." como diciéndoselo sin parecer descorteses pero claro, al no ser intelectual, no lo pilla. Cosas de intelectuales, ustedes no lo entenderían.

Preocupados ante una situación de tal calibre que nos ha llevado a no conocer doncella en todo el tiempo que ha transcurrido desde que iniciamos este blog, empezando a contar desde varios años antes, tanto el Capitán Rumikel como quien les habla decidimos ponernos en manos de especialistas.

No, no se alarmen. Este relato no trocará ahora hacia derroteros eroticofestivos con señoritas ligeras de ropa que espatarradas le susurran a uno cosas bonitas a cambio de un generoso donativo para comprar prendas con las que tapar sus pudendas y voluptuosas partes. No somos de esos.

No tenemos tanto dinero.

Cuando hablamos de especialistas nos referimos a gente que haya estudiado una carrera universitaria que le permita ejercer la medicina. Como no tenemos seguro médico (si tuviésemos pecunia para eso ya lo habríamos invertido en señoras) y en la Seguridad Social no nos dejan entrar hasta que no devolvamos los kilómetros de venda que robamos para disfrazar de momia a la alcaldesa durante el pasado carnaval de El Cabanyal, nos vimos obligados a buscar un galeno que, por lo privado y sin pagar, nos reconociese y nos recomendase qué podríamos hacer para gustarles más a las mujeres o en su defecto, a los hombres vestidos de mujeres, tampoco era plan de ponerse sibaritas en la primera visita.

Alentados por un amigo que había comido ajo acudimos a ver al Dr. Awde, que se pronuncia como un coche pero que se escribe de otra forma como habrá discernido el audaz lector. Nos sorprendió que tuviese la consulta en el banco de un parque y que nos recibiese con un sombrero de ala corta en la cabeza, mirada baja y un whisky on the rocks in his hand. Pensamos que serían cosas de la medicina moderna, el feng shui y todas esas cosas de los modernos, grupo al que no pertenecemos.


Hugo Silva sí, las cosas como sean.

- Verá doctor, es que nosotros tenemos un problema.
- Ustedes dirán.
- Nos gustan mucho las mujeres. Pero nosotros a ellas no.
-  ¿Eso que huele son ustedes?
- Nuestras feromonas. Si lee un poco más arriba verá que...
- Mmmm, déjenme pensar... Y échense a un lado, estoy a punto de devolver.

Es curioso lo mucho que tarda el tiempo en pasar cuando estás de pie en medio de un parque, a merced de los balonazos de los niños torpes, de los encontronazos con los corredores abnegados o de las deposiciones aéreas de las palomas hijasdeputa. En sólo tres minutos habíamos recibido tres de lo primero, nos habían insultado dos de los segundos y nos habían adornado las testas con siete de lo tercero.

Transcurridos ellos, el Doctor, con los hombros apoyados en el respaldo del banco y las piernas cruzadas, dejándonos ver que la moda del calcetín blanco vuelve con más fuerza que nunca, levantó la cabeza y dijo:

- Ya sé lo que les pasa.
- ¿Es grave?
- Mucho.
- ¿Es benigno? Y si es, ¿qué significa benigno?
- Ustedes son feos. Feos hasta decir basta. Tan feos que duele verles. Son feos como no hay nada más feo en este mundo. Ustedes no sirven ni como modelos de cuadros cubistas. Las mujeres no se les acercan por el mero hecho de que ellas son animales racionales y saben que llegados a un punto de horror, la gente muere ante tanta fealdad. No he visto nada más feo ni cuando tuve que extirpar un hemorroide tamaño balón medicinal de la cara de un hombre ya de por sí feo. Sé de gente que se quitaría los ojos de sus cuencas con una cucharilla de café para no tener que soportar más la visión de sus rostros. No se dejen engañar con lo de que la belleza está dentro de cada uno, ni haciéndose el hara kiri podrían ser más feos. Son horribles, asquerosos, manifiesta y groseramente feos. Cualquier otra cosa que les digan es una patraña que trata de esconder una realidad que se les muestra cada mañana frente al espejo.

Por lo demás, están ustedes estupendamente bien. Eso sí, no fumen.

Un diagnóstico así, tan impreciso, tan abierto, nos dejó llenos de dudas. Dudas que quisimos que nos resolviera. Mas fue en vano, ya que tras su discurso, apuró de un trago su whisky, se ajustó el sombrero y sin decir esta boca es mía, se largó, haciéndonos, claro, un tremendo feo.

Y mientras veíamos su figura alejarse en el horizonte, llegamos dos conclusiones:

a) Hay gente que no tiene el mismo concepto de belleza que nuestras abuelas.

b) Hay gente que lleva muy mal que tengamos más fans que él en facebook.



Dedicado con todo cariño, admiración y una cerveza pagada a nuestro médico de cabecera y a su alter ego. 

2 comentarios:

Srta. M dijo...

Señores, como mujer que frecuenta este rincón, exijo un testimonio gráfico de sus personas, para ver que grado de objetividad tiene ese tal Awde.

Me da a mi que como dicen... la envidia es muy mala!

Vicente, el superintendente dijo...

Querida Srta. M, es norma de la casa, a fin de mantener el buen gusto y el lujo estético imperante,y con el objetivo secundario de no ser asediados por fans y acreedores, el no publicar fotos nuestras.
Mas para que se haga una idea de nuestro aspecto físico, le daré un dato: ambos fuimos educados en colegios de curas, uno de nosotros incluso fue monaguillo durante años, tomamos la comunión vestidos de marineros y quien le habla cursó sus estudios en una universidad católica. Bien, pues en todo este tiempo, NI UNA SOLA VEZ, fuimos acosados por un sacerdote. Ni una mirada, ni una insinuación, ni un vente un ratito a la sacristía...

Con eso creo que ponemos de manifiesto que Brad Pitt, lo que se dice Brad Pitt, no somos.

Siempre suyo,

El Superintendente Vicente.


P.D. Eso no quita para que me reafirme en la idea de que el Dr. Awde es un envidioso y de que los curas tienen el gusto en el culo (de los niños, pero en el culo).