miércoles, 17 de marzo de 2010

Hivernando...

Estimado Capitán:

Espero que al recibo de la presente se halle usted bien. O al menos, tal y como estaba hace unos meses. Imagino que durante todo este tiempo se habrá estado preguntando dónde diantres me he metido que ni escribía ni nada. Me han llegado rumores que insinúan que algunas noches han visto a un joven con gafas de pasta correr desnudo por las calles de Sarrià gritando mi nombre como un poseso. Esa tarea normalmente la hacía yo, pero le agradezco que haya ocupado mi lugar en mi ausencia. Si eso corra unas cuantas noches más y ya me pongo yo después de Semana Santa.

¿Que dónde he estado? ¿Que qué hacía? ¿Que dónde me metía? Uff, si yo le contara. Mire, me ha caído usted bien, le voy a contar.

Todo comenzó el 1 de enero de 2010. Tras levantarme de la cama me senté en el sofá para ver la competición de saltos de esquí. Me quedé traspuesto. Y desperté el 7 de enero, ya sabe cómo soy yo cuando pillo la posturita.

Como todo hijo de vecino, comencé el año con una lista de buenos propósitos, el primero de los cuales era renovarme el carnet de identidad. Así que con una foto tamaño carnet (lo cual, si se me permite, es un error ya que no es tamaño carnet sino tamaño foto que va dentro del carnet) me puse a la cola. Y allí estuve hasta el 17 de enero, fecha en la que me tocó mi turno.

La funcionaria me pidió la foto, un duplicado de la misma, la cartilla de nacimiento, matrimonio, el divorcio, la custodia de un niño que pasaba por allí, una copia compulsada de la orla de la facultad, el teléfono de tres amigos, me hizo decir tres trabalenguas, me mojó el dedo en tinta y tras sellar 6 folios y graparme la mano a los mismos, con una sonrisa en la boca me miró fijamente y me dijo:

- Ya está, acaba usted de ser adoptado por los Pitt Jolie. Enhorabuena.

Sólo una línea después (esta que estás leyendo), formaba parte de un hogar multicultural sito en Beverly Hills. Huelga decir que al principio pensé en sacar a la pareja de su error pero luego, pensándolo, decidí postponerlo: en parte para no quitar la ilusión a mis nuevos padres, en parte porque leí que puede ser traumático para el hijo perder de vista a su madre durante la época de lactancia y en parte porque los Pitt Jolie me ponían unos peuquitos de felpa más calentitos que una camiseta imperio damart termolactil de cuello alto (¡ahí es nada!).

Así que allí me quedé al abrigo de mamá Angelina, creciendo y aprendiendo los colores. Mi madre estaba orgullosa de mí, decía que de todos sus hijos, yo era el 7º más espabiladito. Siempre se me han dado muy bien los juegos de amontonar cuadraditos, como usted bien sabe.

Mas si sabe de psicología, no habrá tardado en adivinar que entre mi padre y yo pronto comenzaron las primeras envidias y malas miradas. Brad (me niego a llamarle papá) nunca me quiso como se quiere a un niño. Y no me refiero a la forma en la que los curas quieren a los monaguillos, sino vestido. Malmetía, el tipo malmetía. Le decía a mami que si yo ya era mayorcito para dormir en su cama, que si no le parecía bien que me duchara cuando ellos, que qué hacía yo vestido con ropa interior femenina (soy un niño, tendré que disfrazarme ¿no?) y sobre todo, que por qué siempre le tocaba a él cambiarme cuando me hacía caca.

Envidioso.

Así que poco a poco fue haciéndome a un lado y queriendo más a mis hermanos, malditos bastardos. Yo me convertí en un muchacho introvertido (a la par que elegante, hay cosas que vienen con los genes) y pasé mucho tiempo en mi habitación urdiendo un plan de venganza.

Un buen día, hará cosa de dos semanas, vinieron a hacernos una entrevista los de la revista Vanity Fair. Lo típico, fotos en el jardín, fotos en la piscina, en el hall, en el dormitorio, etc. Y preguntas a cada cuál más chorra. Hasta que se fijaron en mí:

- Y Vanessa Jonás Pitt Jolie (sí, esto de los nombres modernos es la pera), ¿ya sabe decir alguna palabra?
- No- dijo el imbécil de Brad- el niño nos ha salido un poco retrasado.
- Sí papá, sí sé hablar un poco.
- ¡Ay hijo de mis entretelas!- mi mami habla así en verdad- ¡ay corazón! ¡ay mi querubín que ya se me suelta! ¿Qué sabes decir, fruto de las entrañas de otra compradito por mí?
- Que papá se pasa las noches viendo Friends y tocándose la pilila cuando sale Rachel.

La ira de los dioses fue un eructito de los de después de comer comparado con lo que se montó allí a continuación. Gritos, guantazos, flashes, llamadas a redacción para detener las rotativas, polvareda, insultos, perosiyos, sielputocrío, siyasabíayoque, malpadre, quieroldivorcio, y en ese plan.

En la siguiente escena entraron revistas dando vueltas sobre fondo negro que publicaban la noticia de la separación, de la crisis, de la catástrofe. Pero yo ya no estaba allí para verlo. Salí en silencio de la mansión, monté en mi pony y chano chano volví a España a seguir con mi vida. Al llegar a casa tenía una carta de la Policía diciéndome que pasara cuando quisiera a recoger el certificado de defunción que había solicitado y que si no lo hacía en tres días me declararían vivo de remate y que me atuviese a las consecuencias.

Hace cuatro días que estoy en la cola, no vaya a ser que se me pase el turno y la volvamos a tener.

Pero vamos, por lo demás bien, gracias por esperarme. Seguimos en contacto.

Suyo afectísimo,

El Superintendente Vicente.







2 comentarios:

Dani LC dijo...

Oh! No me lo puedo de creer!!! Habéis vuelto!!! Bienvenidos de nuevo.

Todos los días miraba si publicabáis algo en el blog... Si, si, en vuestras estadísticas, la única visita diaria, era yo. Gracias mi no os lo han cerrado por abandono. Pero no os penséis que era por voluntad propia, se trata de unos servicios sociales que tengo que prestar a la comunidad por unos problemillas que tuve en la Gala para elegir la canción de Eurovisión...

Por cierto, yo también miro Friends.

Un abrazo! Y espero que no nos dejéis de nuevo huerfanos.

Dani LC

Capitán RMK dijo...

Querido superintendente, me tenía usted preocupado, y ya sabe usted que yo no soy de preocupación ligera. El día 20 de enero mientras estaba intentando forzar la cerradura del mueble bar de su casa, unos señores con calcetines y gabardina irrumpieron en su comedor. Abrieron su gabardina diciendo "te gusta, eh? te gusta..." no entendí muy bien de que iba el asunto, así que para disimular me puse a cacarear i agitar los brazos al ritmo de los pajaritos de María Jesús moviéndome por toda la sala. Siguieron en su empeño de intentar hablar conmigo "que si el surperintendente Vicente aquello, que si el superintente Vicente lo otro..." y yo seguía kikiritando y cacareando... al final se cansaron, se abrocharon la gabardina y salieron por donde habían entrado. Me relaje un poco y me senté en el sofá a poner un huevo, si lo encuentra, no se lo coma, píntelo y lo regala por pascua.

Me alegro de volver a verlo, ché! se le echaba de menos!

pd. Dani, gracias por su fidelidad, lo de eurovisón fue un tongo.