viernes, 18 de enero de 2008

Un hombre solo




La del alba sería cuando una paloma mensajera se estrelló contra el cristal de mi ventana. Pegado al vidrio, junto a las vísceras del animal había un mensaje: “Soy Alberto. Me siento solo. Pasaré a verte.”.

Le contesté: “No quiero saber nada. No te acerques a mi casa, que a los niños les asustan tus cejas.” Sin embargo, a pesar de la fuerza con la que la lancé, la maldita paloma no llegó a su destino, yendo a caer en mi jardín, donde fue devorada por los gatos del vecino.

¡Ding, dong!

Abrí la puerta y ahí estaba él. Sucio, con la raya torcida, con los ojos llorosos y los hombros caídos, pero no hasta el suelo, sino un poco más de lo normal, no sé si me explico. Así, mira ( y ahora estoy haciendo el gesto de hombro caído, todo lo que haga falta por ti, oh amado lector).

Alberto Ruíz Gallardón nunca ha sido un jolgorio de tío, pero su tristeza asustaba.

- ¿Te has enterado?
- Sí, sí, debe haber sido un palo para ti.
- Pues sí, tenía muchas esperanzas puestas en estas elecciones.
- Perdona, ¿qué tenías? (no pude contener la risita, soy así de mezquino)
- Esper… mierda. Todo ha sido por su culpa. Lo ha vuelto a hacer, la muy cochina. Ya lo fastidió todo cuando los Juegos Olímpicos. Va a por mí.
- ¿Lo de Madrid 2012 también fue culpa suya?
- Sí, sí, fue por ahí diciendo a los del COI que yo suspendí gimnasia en el colegio y que llevaba zapatos ortopédicos.
- Jopé, sí que se pasó un poco sí. Pero debes entender, amigo Alberto, que yo no me puedo inmiscuir, soy un hombre público y no quiero que vuestras rencillas me salpiquen.
- Es que me siento perseguido. Mariano también va a por mí, quizás ahora mismo está dentro del armario y sale con un cuchillo para matarme. Sólo le faltaría eso.
- Mariano nunca saldría del armario para eso. ¿No ves que su carrera también está en juego?
- Esperanza… con lo que yo hice por ella. ¡Yo le expliqué quién era Santiago Segura!
- Venga, venga, Alberto, ánimo. Mira, vete a casa, relájate, date una ducha y piensa que mañana será otro día. Piensa que si lo dejas, Ana Botella se alegrará más que cuando supo que su hijo no era homosexual, sino hemofílico, que todo había sido un error.

Y con esa reflexión le dejé marchar, arrastrando los pies por el jardín, donde los gatos devoraban ahora a un mensajero de verdad. Yo me quedé en mi habitación, viendo cómo se abrían las puertas del armario y de allí salía Espe con una botella de cava catalán y un picardías rojo que se empeñó en estrenar para celebrar que, una vez más, nuestros planes habían salido a la perfección.

4 comentarios:

urodonal dijo...

Esperanza en picardías rojo ....mmmmm....

Anónimo dijo...

Pues tengo entendido que Gallardón abandonó, y que, como buen contrincante y perdedor, era quien había regalado el picardías rojo a la Espe y su amante. Sonriendo, claro.

El superintendente Vicente y el Capitán RMK dijo...

Eso es lo que piensa todo el mundo, que Gallardón ha abandonado. Pero nada más lejos de la realidad. Lo primero fue refregar ortigas en el picardías de Esperanza.

Y lo segundo, disfrutar de su venganza escuchando a Puccini...

Anónimo dijo...

No, en algo te equivocas radicalmente -porque echaste mano de lo predecible segun parametros-, no habia ortigas. Cualquier ser humano sabe que la noche pertenece a los amantes. Y, aquella vez, el habia sido contrincante y perdedor.
Y miro hacia adelante, bajo la conviccion y paradoja de que la otra guerra, por la que los demas se despedazaban y el anulo y postergo, era y habia sido siempre suya. Como no quedarte el rictus de la sonrisa?