martes, 27 de noviembre de 2007
Vidas ejemplares: Perico Delgado
Cuentan las enciclopedias que la bicicleta fue inventada en 1735 en un pequeño pueblo de Francia por Monsieur Biciclét. Si bien fue utilizada en un principio por la élite intelectual francesa para desplazarse de un sitio a otro, no llegó a convertirse en un medio de transporte de masas hasta 15 años más tarde, cuando siguiendo las indicaciones de su joven aprendiz, Monsieur Biciclét agregó un elemento al invento que significaría una verdadera revolución: las ruedas, una delante, una detrás y en ocasiones, dos pequeñitas a los lados.
Desde entonces hasta ahora mucho ha llovido. De eso no tiene la culpa Monsieur Biciclét, que murió accidentalmente tratando de inventar la grapadora, ni nuestro homenajeado, que nació muchos años después en Segovia, capital del cochinillo y famosa por su acueducto, al que mandamos un afectuoso saludo desde estas páginas.
Aunque pudiera parecer extraño, el gran Perico Delgado siempre tuvo una gran pasión: los caballos. Desde que era un zagal quiso poder emular a sus grandes mitos: el llanero solitario y Lucky Lucke. Su sueño era cabalgar por las castellanas praderas, dando su merecido a lomos de su fiel y cuadrúpedo acompañante a todos los osados bandoleros que osasen molestar a damiselas y orondos hombres de negocios vestidos de negro que viajaban en las caravanas, al más puro estilo John Wayne.
Fue ése el motivo que le llevó a pedirle a su padre un pony como regalo de Navidad. No quería el progenitor defraudar a su vástago, mas la bonanza económica no se había instalado, precisamente, en el hogar de los Delgado. Tuvo que ingeniárselas el buen hombre para poder ofrecerle un gran regalo a Perico el día de Reyes. El ilusionado niño llegó corriendo a los pies del abeto adornado para la ocasión. Llevaba (el niño, no el árbol) un sombrero de cow boy en la testa, una estrella de sheriff en el pecho y una pistola a cada lado de la cintura, que no le impidieron desenvolver rápidamente el regalo, ya que temía que el pobre pony muriese ahogado.
Tras diez segundos mirando con extrañeza al regalo, el niño alzó la mirada y espetó a su padre:
- Pero papá, esto no es un pony. Es una bicicleta.
- No hijo, eso es un pony. Un pony postmoderno.
- Melosplique- dijo mientras enjugaba una lágrima de su carrillo.
- Verás hijo, los caballos de tus héroes ya prácticamente no existen por culpa de los masones (en aquella época, los masones eran como hoy ZP, se les podía echar la culpas de todo y no pasaba nada). Los grandes hombres de hoy, los que salvan a la gente de que no los atraquen y se casan con la guapa van con estos caballos a pedales tan bonitos. ¿No ves que hoy en día todo son carreteras? ¿Tú has visto algún caballo por las carreteras?
- No papá.
- Pues hale, súbete al pony y pirando, que en un rato nos comemos el roscón, postmoderno también - dijo su padre, acabando la conversación con un poco de amargura por haber engañado a su hijo y con un poco de congoja, ya que había gastado todo su dinero en la bici y en vez de roscón había puesto en el horno una pescadilla con corona.
A decir verdad, al niño le costó un poco creerse aquel camelo (el de la bici y el de la pescadilla), pero en aquellos tiempos la figura paterna todavía conservaba algo de la autoridad que hoy ha desaparecido por completo y si tu padre te decía que una cosa con dos ruedas y un bombín era un caballo, pues tú te lo creías y en paz.
Las cosas como sean, el padre acertó con el regalo y el tiempo demostró que lo de Perico era el ciclismo. Porque muy poco tiempo después el niño soñador ya había ganado dos Vueltas a España, un Tour de Francia y se quedó a las puertas del segundo precisamente por ser demasiado soñador: se quedó dormido antes de la contrareloj del primer día y llegó 12 minutos tarde.
Gracias a Perico, millones de españoles se engancharon al ciclismo, millones de españoles supieron que en Segovia había algo más que cochinillos y acueductos, millones de españoles dejaron de hacer la siesta durante el mes de julio y millones de españoles aprendieron palabras en francés como Tete de la course, Alpe D’Huez, Tourmalet, Moto 1, Moto 2 y Moto 3.
Sí, luego vino Indurain y se lo pulió todo, pero el que más molaba era Perico, cuya fama cayó en picado cuando aseguró al prestigioso rotativo francés L’Equipe que “todo lo que he conseguido no es mérito mío, sino del caballo”.
Diciendo esas cosas y llamándose Perico, es normal que la sombra del dopaje se haya extendido ahora por todas las praderas segovianas. Pero en fin, qué se le va a hacer, nadie es perfecto. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera jeringuilla.
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3 comentarios:
"...ya que había gastado todo su dinero en la bici y en vez de roscón había puesto en el horno una pescadilla con corona."
Ja ja ja ja aj aj aj aja ja jaaj ajajjajajajkjljsjfoklñ ....¡coño! , que me he atragantao de tanto reirme
Cuide esa carraspera, Urodonal, que tenemos una edad y no está el país como para ir perdiendo más gentileshombres.
P.D. ¿Alguien sabe algo de nuestro anónimo? Andamos un poco preocupados, vamos a llamar a Lobatón, a ver si nos saca de dudas...
Qué ridículo.
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