martes, 13 de noviembre de 2007
El peor trabajo del mundo
Seguramente muchos de ustedes se habrán preguntado cuál es el peor trabajo del mundo. No, no es el de desactivador de bombas, logopeda de Rajoy ni el de esteticien de Aramís Fuster, a quien dios tenga pronto en su gloria. El peor trabajo del mundo es el de camarero en un bar de monólogos. El mío. Mi trabajo, no mi bar.
Estoy harto de los monólogos. Por mucho que ahora los llamen stand up comedy, son los monólogos de toda la vida. Bueno, de hace unos años en los que todo se ha convertido en chistes sobre la cotidianeidad. Chistes malos. Maldigo al Club de la Comedia, a Pablo Motos, a todos sus amigos y a todos los 5imbéciles.com.
Noche tras noche tengo que ver al mismo público repeinado con la camisa y el suéter sobre los hombros (ellos) y el bronceado de uva y los pendientes de perlita o del osito de Tous (ellas). Con este tipo de público recién salido de una beatificación masiva, ser monologuista es más fácil que encamarte conmigo. Se ríen de todo, incluso antes de que empiece el monólogo. Una vez tuve que salir al escenario para advertir de que se estaba quemando el bar y todos muertos de risa. Al ver el humo, algunos dijeron “aiva, qué real, ¿no?” y cuando se quemaban, entre las llamas podía oír aún sus risas sinceras y bonachonas mezcladas con algunas llamadas de teléfono anulando la sesión de bronceado del día siguiente.
Este es el típico público que salen de la sala diciendo “¿qué fuerte, no? ¿cómo se dan cuenta de esas cosas? Es que me siento súper identificado… ¿se les ocurrirá ahí arriba o se lo apuntarán? ¿por qué se parecen tanto las palabras monólogo y mongolo? ¿por qué me hago tantas preguntas si tengo la vida resuelta?"
¿Qué piensa de sí misma una persona que un buen día decide hacerse monologuista? Que es un tío estupendo, tan gracioso e inteligente como Buenafuente y que su humor no debe perderse, que él puede ganarse la vida haciendo eso y no como el resto del mundo. Por eso, cuando acaban de trabajar como el resto del mundo, se meten en tugurios de mala muerte a explicar anécdotas con menos gracia que una lavativa. Y claro, como los ves a ellos triunfando ante su gilipúblico, piensas, coño, yo esto también lo sé hacer. Y te pones a pensar qué le hace reír a esta gente para meterte tú también en el ajo. Y la conclusión es siempre la misma: la guerra de sexos.
Por favor, que quede claro de una santa vez: ya, ya lo sabemos. Nos lo habéis dicho todos mil veces: nosotros no bajamos la taza del váter y amamos al fútbol sobre todas las cosas y no nos gusta que nos pregunten si la ves más gorda. Ya sabemos que ellas cuando dicen sí quieren decir no, cuando tienen la regla están mejor ahorcadas y que no las puedes acompañar a comprarte ropa porque no es tu mundo.
¿Te has fijado en que todos los malos monologuistas empiezan por la frase “Te has fijado en que…? Yo estoy tan harto de mi trabajo que cuando veo una pared de ladrillos y mucha gente mirando, espero por dios que sea un fusilamiento, el mío propio. Lo prefiero mil veces antes que otro monólogo de Agustín Jiménez, Eva Hache, Quequé o el maldito Club de Flo.
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8 comentarios:
Monólogos no sé si hace Ud., el tonto lo hacemos todos.
Confiéselo, Ud., como tanto monologuista suelto, se hizo monologuista por el polvete de después, así que el problema vino cuando se acercó -con mal ojo clínico- a la rubia del fondo de la sala, y la rubia del fondo de la sala no quería echar un polvete -vete tú a saber qué quería-; lo que le ha llevado a preguntarse de dónde venimos y adónde vamos.
Moralina que hace vomitar: cambiar de público, no fijarse nunca en la del fondo, no hablar con hippies verdes.
Psicología femenina barata: seguro que la rubia del fondo decía sí cuando quería decir sí. Pero era a otra historia.
Tío, has hecho un monólogo de puta madre.
Como parte implicada en el blogj y como monologuista a tiempo parcial que soy, me llena de orgullo y satisfacción decir que faltan más grupos de humoristas y menos monologuistas... Aunque solo sea para aportar algo al debate a este nuestro blogj.
besiños.
Vamos a ver, vamos a ver:
- Anónimo: efectivamente, hago monólogos porque con mi carácter tan arisco, es difícil hacer diálogos porque no tengo amigos. Y el tonto, por supuesto, lo hago siempre que puedo. Y en muchas ocasiones, cuando no puedo o no debería. Lo cual es otra razón para no tener amigos.
- Sin nombre: usted sabe perfectamente que si la rubia hubiese dicho sí, a buenas horas estaría yo escribiendo estulticias. En cuanto le dije lo del polvete me espetó que no, que lo había dejado por nosequé de su tabique y llamó a seguridad echándome spray en los ojos, jazmines en el pelo y rosas en la cara.
- Urodonal: muchas gracias, ché, cuando quiera puede pasar a recoger su bicicross roja, ya le hemos cambiado las pastillas de freno y ahora corre que se las pela, como dicen los modernos.
- Capitán Rumikel: llevas los cordones desatados. Luego si te caes no vengas llorando a casa.
te has fijado en que....no se me ocurre nada??.
mi futuro como mologuista es negro cono cojones de grillo, por eso dejare de escribir blogs y me dedicare a escribir comentarios tocapelotas en los de los demas ...!!!
Me ha hecho gracia esta entrada Lo titulas "El peor trabajo del mundo". Al empezar a leer me he parado de golpe en la palabra número 66 (la quinta del segundo parágrafo). ¿Estás harto de monólogos? joder y tu bolg qué demonios es, si no???
Si en la hartura de monólogos generalizada te doy la razón en bares, televisión, internet, le la parada del mercado...
Es verdad, era sucesión absurda de monólogos, pero no por maldad ni mercantilismo (sonrisa).
Sed felices, intentaré no volver a pasar por aquí.
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