Una muerte musical bien puede acaecer cuando vas por la calle y te cae en la cabeza un piano de cola. O cuando la charanga diabólica "Amigos de Paquito el Chocolatero" te atrapa en una calle sin salida y te tiene durante horas y horas bailando al son de "pajaritos por aquí, pajaritos por allá, laralálalá". A mí me pasó una vez y si no llega a ser porque andaba Urodonal con una carretilla de tapones para los oídos, no lo cuento.
A falta de una, somos dos personas. Una soy yo, el que escribe, el superintendente Vicente, un ser humano como pocos al que muchas han denominado "un pulpo asqueroso" influidas, sin duda, por la calidad de mi tinta. Como dato más significativo, diré que soy verde de nacimiento, aunque hay gente que cree que es moho.
El Capitán RMK es un policía secreto, pero no se lo digáis que él no lo sabe. Tiene superpoderes desde que se intoxicó lamiendo el ketchup que había caído en un envoltorio de un big mac. Desde entonces puede mear en círculos a velocidades impresionantes y sabe de antemano los resultados de los partidos del barça, pero el de hockey patines, lo cual no le sirve para nada.
Por lo demás, somos dos tíos/as de lo más a/normal.
6 comentarios:
Aunque Dr. House insiste en que tiene Lupus.
Yo hasta que no me dé su diagnóstico el Dr. Awde, no diré esta boca es mía. Entre otras cosas, porque no lo es, la compré en la boquería.
Ostia qué malo. Me voy a casa a mirar a la pared dos días seguidos.
Super, deje ya la pared.
Pues claro, se trató de una muerte musical, y no todo el mundo puede presumir de eso :)
Sielos! La charanga diabólica "Amigos de Paquito el chocolatero" ha vuelto a la ciudad!!!
Una muerte musical bien puede acaecer cuando vas por la calle y te cae en la cabeza un piano de cola. O cuando la charanga diabólica "Amigos de Paquito el Chocolatero" te atrapa en una calle sin salida y te tiene durante horas y horas bailando al son de "pajaritos por aquí, pajaritos por allá, laralálalá". A mí me pasó una vez y si no llega a ser porque andaba Urodonal con una carretilla de tapones para los oídos, no lo cuento.
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