martes, 9 de diciembre de 2008
¿Buscas a Vicente?
Nunca pensé que diría esto, pero me aburro sin Vicente.
La última vez que lo vi se dirigía a la tienda de discos de la avenida Borbón, él nunca ha sido muy monárquico pero le gustan los discos de Marisol.
Ayer me acerqué a la tienda a preguntar por él, pero en la esquina me sorprendió un bulldog con gabardina enseñándome sus partes nobles (no olvidemos que estaba en la avenida Borbón, y allí a la pilila la llaman así, cosas de la nobleza...) así que decidí mantener una distancia prudencial, meterme en una cafetería y esperar. Me senté cerca de la ventana y de la puerta, para observar y por si tanía que salir corriendo sin pagar. Cogí un periódico y me casqué una siesta padre sobre las paginas color salmón, el camarero me despertó y me dejó sobre la mesa un cafe con hielo y un bocadillo de sanfaina, no lo había pedido así que pensé que era todo un detalle por parte de él. Mientras el señor con bigote de la mesa de al lado no hacía más que reclamar al camarero su bocadillo de sanfaina, yo me dediqué a mirar por el cristal de la cafetería a ver si averiguaba algo de Vicente. Quizás hubiera ayudado que el cristal hubiera estado más limpio, pero no logré ver nada que lo relacionara con él.
Después de fingir una llamada urgente salí del bar corriendo, esquive otra vez al bulldog que seguía allí en la esquina piropeando a la multitud y me dirigí hacia la oficina, era el último lugar donde se me ocurriría buscar a Vicente, pero teniendo en cuenta que la última vez que desapareció volvió con un hijo, esa era mi última opción a la desesperada.
Llegué a la puerta de la oficina y me percaté que no tenía llaves, nunca las había necesitado antes, yo soy más de bufetes y de bares nocturnos de carretera. Llamé al timbre una vez para no levantar sospechas, el casero tiene el oído muy fino y hace meses que debemos el alquiler. Al cabo de un rato esperando, tiempo para hacerme la manicura con un cortauñas de marca que acababa de encontrar por la calle, apareció Vicente, con su bata de andar por casa, su copita de coñac y su puro a medio gas. De fondo se oía la canción de Marisol "estando contigo" y una voz femenina que intentaba seguir sin éxito la letra de la canción. Me bastó una mirada y un movimiento muy sutil del pie de Vicente contra mi culo para entender que llegaba en mal momento, Vicente tenía trabajo...
Así que si echan de menos a Vicente, no le busquen por la oficina, que allí no esta.
Kapitán Rumikel
Pd. espero Vicente que no te moleste la intromisión, y si le molesta, pues escriba, escriba, que la audiencia le echa de menos! Desde aqui, y si alguien ha seguido leyendo hasta el final, les invito ha dejar un comentario para que Vicente se anime y nos deleite con una nueva entrega de Las aventuras de Vicente y el Kapitán RMK, venga que es gratis.
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7 comentarios:
Pues no sé, pero el Capitán no tiene nada que envidiar al Superintendente. Felicidades Capitán Rumikel, ahora sabemos que además de hacer unas estupendas fotos, nos puede entretener con unos estupendos relatos.Eso no significa que Vicente deje de escribir, así que aquí les espero.
gracias sra. Consorte, ya sé que lo dice porque me mira con buenos ojos, pero de momento seguiré con mís fotos y dejaré la faceta literaria a Vicente, que por algo es el jefe. Esto solo ha sido para dar un poco de vidilla al blog mientras Vicente se encuentre ausente. Así que no dejen de entrar, que pronto volveremos a las andadas. Las sentadas las dejamos para los estudiantes.
Vicente, Vicente, Vicente es cojonudo como Vicente no hay ninguno.
Y el Kapitán también que se parece a un amigo mío.
Vamos Vicente!!! date cuenta de que aparte de la no-exitosa mujerzuela que imita a marisol, hay otros como Rumikel que te aman con locura, y que son capaces de mirar a través de ventanas por las que no se ve nada durante horas, solo por tí.
Y que me dices de aceptar un bocata de sanfaina??? eso vicente....eso es amor del de verdad.
Vi cen te
Vi cen te
Vi cen te
Si que es hora de que de señales de vida. Queremos a Vicente de cuerpo presente.
He vuelto, gracias por su ánimo y por sus palabras de aliento.
¿Dónde está el bocadillo?
¿Eh?
¿Dónde está?
Maldición, he vuelto a picar...
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