Muy señores nuestros. Por serios motivos de salud ( el hombre tiene calor), las trepidantes, hilarantes, morningflondiantes y licuantes historias del Superintendente Vicente no estarán disponibles durante unos días.
Entendemos que estén ustedes tristes y compungidos, pero imaginamos que no será por esto. ¡Venga, ánimo! ¡Arriba los corazones! Ya veréis como todo pasa.
Mientras este gran prohombre, adalid de las libertades y faro que nos guía en la penumbra de la ignorancia se recupera de sus achaques y recarga energías en compañía de su gran amigo Hugh Heffner, seré yo, Benito, su fiel mayordomo, quien le sustituya en éste su blog.
Confío en que entiendan ustedes que un simple criado no llegará a las dosis de originalidad y excelencia de mi señor, pero oigan, tampoco se me pongan tan exigentes, que a mí no me pagan para esto, rediez, bastante tenía yo con cuidar al maldito chalado como para ahora venir aquí a contarles que si esto o que si aquello.
Pero bueno, tampoco vamos a discutir así de primeras. Así que si no desean nada más los señores, me despido con una reverencia a la remanguillé, como mandan los cánones.
Atentamente,
Benito
P.D. Por suerte, el Capitán Rumikel ha salido ileso de un atentado suicida provocado por él mismo contra él mismo. Por lo tanto, podremos seguir disfrutando de sus fotografías. Y de su agradable olor corporal.
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