miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad







A pesar de ser un 24 de diciembre, la noche en Belén era cálida y estrellada, en una prueba más de que el cambio climático estaba afectando el rumbo de la meteorología, dijesen lo que dijesen los mandamases políticos de Judea.


Como cada día al acabar la jornada, Jeremías el pastor se había reunido con otros compañeros de profesión alrededor de la lumbre para comentar los ajetreos acaecidos (este trabajo, ya se sabe, es un no parar de anécdotas) y gastarle bromas a Abraham el narcolépsico diciéndole que se le había perdido una oveja, que las contara para comprobar que estaban todas.


A un par de centenares de metros, en lo que entonces se llamaba el portal de Belén y que posteriormente se denominaría www.belen.com, un matrimonio discutía mientras la mujer, embarazadísima, comenzaba a notar las primeras contracciones.

- Pues no, María, no me parece bien. ¿No podíamos tener un perro como todo el mundo? O un gato. Pero no, nosotros tenemos que ser especiales y tener un buey y un burro dentro de casa. Si esto es normal, que venga Dios y lo vea…


Los humildes pastorcillos habían cenado lo normal este tipo de noches: unos langostinos de primero, jamón del bueno y una piernecita de cordero, regado con un riojita para ayudar a bajar. Y tras el tentempié, cada uno iba con su tema.


- Vamos a ver, ¿alguien me puede decir en qué año estamos? Yo es que me hago un lío.


- ¿Se puede saber para qué te has traído una zambomba? ¿Qué pretendes, que nos pongamos a cantar o qué?


- ¿Qué os parece si para animar estas noches cada uno compra un regalo a otro y se lo damos pero sin que se sepa quién ha sido? ¿Por qué me miráis así, no os gusta la idea?


- Ja, ja, mira, mira cómo beben los peces en el río. Mira, mira, beben y beben y vuelven a beber.


- Como sigamos plimpando tanto cava, aquí se va a armar la marimorena…


Y en ese plan.


Como quiera que las digestiones nocturnas no son fáciles de hacer y que Jeremías era lo que en cuanto a costumbres fisiológicas se describe como “un relojito”, pronto comenzó a sentir en su estómago cierta inquietud y movimientos de alerta que le llamaban a evacuar parte de lo digerido sin necesidad de ayudas externas en forma de brebajes que regulan el tráfico intestinal y similares.


Así que como quien no quiere la cosa se metió en su chalequito de lana el último ejemplar del “Diario de Nazareth” y alegando que hacía noche buena y que quería respirar un poco del aire nocturno, se alejó del grupo andando cada vez más deprisa y con las nalgas apretaditas por lo que pudiera pasar.


Y allí quedaron los pastores conversando acerca del último combate de hondas cuando de pronto una luz resplandeciente les interrumpió y de ella salieron tres ángeles de dorados cabellos, arpa en mano y alas batientes.


- ¡Sapristi! ¿Quién sois vosotros?


- Buenas noches, pastorcillos. Tenemos una gran noticia que anunciar.


- ¿Anunciar? ¡¡Serán pesados estos de la propaganda!! Ya no saben qué hacer para vendernos el ADSL*. Si no os vais de aquí comenzamos a cantalazos, ¡mangarranes!


- Pero es que somos los enviados para anunciaros que muy pronto y muy cerca de aquí…


- ¡¡Que no queremos nada!! ¡¡Largo de aquí y buscaos un trabajo digno, caramba!!


- ¡Y ponedme el logo más grande!


Y blandiendo un pedrusco del tamaño de un cráneo consiguieron que la luz se disipara y los tres ángeles desaparecieran yéndose con sus arpas (y por consiguiente, con su música), a otra parte.



En una nada decorosa posición se encontraba nuestro amigo Jeremías, agazapado tras un arbusto y haciendo de tripas corazón para a su vez, hacer de vientre cuando oyó por la senda adjunta el sonido de unas voces que delataba la presencia humana. Fue al levantar un poco la cabeza cuando descubrió sorprendido que a ella se le unía la camellil. Tres señores ataviados con corona y largas capas montaban sus respectivos camellos mientras enfrascados en una discusión no repararon que junto a la cuneta, un pobre pastorcillo con los pantalones por los tobillos se percataba de todo al tiempo que trataba de abonar la tierra.


- Es que siempre tienes que ser tú quien dé la nota, Melchor. Siempre tú… ¿No quedamos en que los tres nos gastábamos lo mismo en el regalo? ¿Se puede saber con qué cara pretendes que le demos ahora nosotros la mirra y el incienso?


- Es que me sabía mal, venir de tal lejos y traerle hierbajos…


- Dejad de discutir, la estrella se ha detenido. No podemos estar lejos.


- Suerte de estrella, ¿eh? La llamaré, en honor a mi padre, don Gaspar Patrodopoulos Satrústegui, GPS.


- No, no, esa estrella se llamará “la estrella polar”, en honor a este forro tan calentito...


Y hasta ahí pudo escuchar Jeremías, que los vio alejarse por el sendero que llevaba al portal de Belén, adonde habían acudido también los otros pastores, alertados por los lloros de un niño que acababa de nacer.


No habían pasado ni dos apretones cuando volvieron a interrumpir al bueno de Jeremías que debido a que cuando hacía fuerza achinaba los ojos no había visto venir a una real zagala con más delantera que el Atlético Matusalén. Insinuante, erótica, sensual, susurró:


- Busco a Jacq’s.


- Pues como no se vaya a buscarlo a otro sitio, lo que va a encontrar aquí no le va a oler nada bien, palabra de pastor.


La mujer volvió por donde había venido y Jeremías, ya más tranquilo, depuso. Una vez finalizada su tarea y usado con buen fin los pliegues del periódico, se acercó al río para lavarse las manos, mas cuál fue su sorpresa al descubrir que lo que había en el cauce no era agua sino papel de aluminio.


Cansado y algo aturdido ante tanto acontecimiento decidió volver junto a la hoguera, tumbarse y tratar de dormir, inconsciente de que en el momento más importante de la historia de la humanidad y justo cuando desde lo más alto se estaba tomando la fotografía que pasaría a la posteridad, él estaba acuclillado, dándolo todo y pensando en cómo estaba el mundo que ni en medio de la nada puede uno cagar tranquilo.


*En aquella época, "Aleluya, Dos Sandalias con Lacitos", una marca de calzado que causaba sensación por su eslogan, Just do it, no tanto por su contundencia e impacto, sino porque aún faltaban más de 20 siglos para que se inventaran los eslóganes y unos cuantos menos para que se hiciera lo propio con el inglés, por lo que nadie entendía nada, como en los buenos anuncios





Reconozcámoslo, 2009 ha sido un año de mierda para todos. Por eso en la gente de Sapristi, el gran Miguel de Llobet, el Superintendente Vicente y el Capitán Rumikel hemos querido acabarlo con una sonrisa y con un homenaje al Caganer, que según dicen, simboliza la fertilidad y la buena suerte para el próximo año. Que así sea. Feliz año.




.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Lujuria


Quizás cegado por la luz de la linterna que el vigilante del museo enfocaba hacia su cara, quizás cegado por la lujuria y los años de incontinencia, al David de Miguel Ángel el único argumento que se le ocurrió para explicar por qué estaba en plena noche encima de la Venus de Milo fue un lacónico "compréndelo, no somos de piedra".

jueves, 3 de diciembre de 2009

Agallas


Imagínese que en pleno sueño siente la llamada fisiológica de la naturaleza. Se aguanta y se aguanta pero llega a un punto en el que es ir ahora o luego, cuando explote la vejiga. Así que se levanta medio dormido a eso de las dos y pico de la mañana y sin abrir los ojos para no despejarse dirige a tientas sus pasos hacia el baño. Y claro, como no quiere dejarlo todo perdido, decide hacer pipi sentado (si es usted chica, esta frase no hacía falta que la hubiese leído, pero me temo que ya es tarde, lo siento). Y que antes de notar el fresquito de la tapa en sus posaderas siente que lo que su piel toca no es el váter, sino las carnes de una persona que está sentada allí. De un salto se levanta y busca apresuradamente la luz. Le da al interruptor y ve que quien está allí sentada es Rita Barberá con el refajo en los tobillos y el pelo deshecho, si es que ese pelo puede deshacerse.

Qué susto, ¿eh?

Todo esto no tiene nada que ver con el post de hoy, es que no sabía cómo empezar y me ha parecido la mejor manera. Imagínense cómo eran las opciones descartadas. Ahora que ya hemos entrado en calor (es un decir) les puedo contar la historia. Todo ocurrió hace unos días. Unos cuantos, no les podría concretar ahora con exactitud, tendría que pensarlo. Ah, o contarlos con los dedos, también podría ser. Pero vamos, tampoco voy a ponerme ahora yo a realizar complicadas operaciones matemáticas que además, el 75% de ustedes no entendería. Así que como si de un adolescente Jordi González me tratase, iré al grano. El Capitán Rumikel y quien les habla (en realidad les estoy escribiendo, pero es que ustedes leen en voz alta y lo confunden) estábamos en la biblioteca de la Universidad de Massachussets leyendo varios números retrasados de la revista "Don Balón" cuando alguien se sentó a nuestro lado. A nosotros ya nos pareció raro porque no había más gente en toda la biblioteca (en USA estarán muy adelantados, pero no se vive la fiebre de España por las bibliotecas, allí apenas va nadie) y porque estábamos en una punta de la mesa y no había donde sentarse.

- Oigan.
-Shhhhiiiiittttt. ¡Por favor, piense en los demás!
- Pero si no hay nadie más. Estamos solos.
- Ah no, a nosotros no nos venga con teoremas filosóficos acerca de la soledad del ser humano en el universo, si somos o no el centro de la creación o si, más allá de la vida hay muerte, más vida o si resulta que el periplo vital está sobrevalorado y concluimos que es todo un largo fin de semana sin fútbol.
- Pero si yo sólo quería...
- ¡Encima! - intervino el Capitán - encima con exigencias. Yo quiero esto, yo quiero aquéllo, yo, yo, yo. ¿Y nosotros qué? Porque si vamos a estar todo el tiempo hablando de usted, nosotros nos bajamos en la próxima. ¿Qué biblioteca viene ahora?
- Si no hay obras por lo del Plan E, ahora viene Cambridge - le contesté.

En la megafonía de la biblioteca se escuchó: "Próxima estación, Cambridge. Correspondencia con las obras completas de Vicente Blasco Ibánez y la Enciclopedia del cuerpo humano visto por un nenúfar."

De un tirabuzón carpado, nos bajamos escapando del pelmazo. Y suerte, porque justo entraba un coro de acordeonistas rumanos y tres equipos de voleibol, pero masculino, sin argumento.

- Desde luego, no puede uno ni leer tranquilo.
- Dígamelo a mí (el Capitán siempre me habla de usted porque soy albino, pero él piensa que soy mayor) que el otro día estaba en el baño leyendo la composición de la pasta de dientes y ¿sabe quién entró medio dormida y se me sentó encima?
- ¿Rita Barberá?
- ¿Me lee usted la mente?
- No, no, lo intenté una vez pero como no pude poner el punto de libro, al día siguiente ya no sabía por dónde iba y lo dejé. Si eso cuando sea mayor y tenga tiempo...
- Ahh, el tiempo, qué cosa ¿verdad? Pagaría por disponer de un utensilio que pudiera ponerse bien en la muñeca, bien en la pared, y que me dijese qué hora es. ¿Se imagina?
- Quién sabe, quizás los hijos de nuestros hijos lo inventen. Ya hemos llegado, aquí me quedo. Mañana quedamos a las 11 en la Complutense, no tarde que nos quitan el sitio, ya sabe la fiebre que se vive en España por las bibliotecas.
- Sí, sí, lo he leído arriba. Descuide, allí estaré.

Y me fui dando saltitos hacia mi casa, ora sobre la pierna izquierda, ora sobre la derecha, en parte por divertirme (soy un hedonista, recuerden), en parte por retrasar la llegada al hogardonde me esperaba la soledad, los programas de telerealidad, la nevera vacía, la cama deshecha y el último disco de Álex Ubago, que lo tengo por si alguien entra con la intención de abusar de mí, al menos que sufra.

¡Jé, menudo soy!




NOTA DEL EDITOR: En vista de que el autor ha olvidado algo tan nimio como darle algún sentido al relato y ya que estaba, relacionarlo con el título del mismo o con la foto, la editorial, reunida en carácter de urgencia, ha creído conveniente informarles de que hay un grupo musical (a la par que elegante) que se llama Galactus y que ha publicado un disco llamado "Agallas" y que el Capitán Rumikel les ha hecho la foto de la portada y más, porque ya que estaba, como sólo es apretar un botón, pues oye. Y quién sabe, luego la gente se hace famosa y nunca sabes por dónde puede salir la liebre. Aunque si hablamos de un grupo de música, lo normal es que salga del trombón, que es donde mejor se está.
Si tienen ustedes un rato y orejas (mín. 1) les recomendamos que los escuchen. O si no, en el próximo post ya lo tarareamos.