martes, 24 de febrero de 2009

Espías como nosotros

Cuando comenzamos este proyecto conjunto, allá por los felices años 70, nos pusimos tres normas básicas que debíamos cumplir siempre que fuese posible, a saber: 
- No utilizar palabras soeces, pues aquí entran muchos niños y mayores con severos retrasos en su formación (mejorando lo presente).
- No desvelar secretos que puedan poner en peligro la estabilidad del país.
- Escribir siempre los artículos ataviados con unos manguitos negros y un sombrerito de ala corta en el que destaque una tarjeta con la inscripción "Press".

Y voy a aprovechar esta entrada para cargarme, de un plumazo, los tres preceptos básicos. 

Quiero que sepan que mientras redacto estas letras adorna mi testa un frutero tamaño standard y por único ropaje llevo unas estrellitas negras en los pezones de los que cuelgan dos borlas como las que mi abuela tiene en las cortinas y un tanga de lentejuelas que, aunque está mal que yo lo diga, me queda muchísimo mejor que a Norma Duval. No es un atavío muy práctico para escribir, pero cuando he ido a por el pan he causado sensación. 

Y ahora no se me distraigan, que lo que voy a contar es importante: 

Venía yo de cazar mariposas con unos amigos ministros y jueces cuando de pronto, al llegar a casa vi que en la puerta había clavado un puñal y en la punta, la siguiente inscripción:

"La lideresa ordena que te presentes ante ella lo más rápido posible. Intenta ponerte algo elegante. Aunque nos conformamos con que esta vez te pongas algo. 

P.D. Nota mental: comprar post-its."

Dicho y hecho, una línea más tarde de la post data, ya estaba ante la imperial presencia de ELLA, la mujer más importante de España, con permiso de Elsa Pataky, a la que aprovecho para saludar. Hola Elsa. 

- ¿Da su permiso?
- Sí, Vicente, pasa hijo. Tengo una misión importantísima para ti. 
- ¿Una misión de verdad o una de broma como la otra vez que me mandó a investigar a los líderes del PSOE en Valencia?
- No, una de verdad. Esta vez quiero que investigues a gente que sí que existe. Quiero saberlo todo del jefe de mi oposición. Con pelos y señales. Cuándo sale, cuándo entra, con quién habla, con quién duerme. Todo.
- Soy tu hombre.
- Más quisieras. Fuera de mi vista. 

Así que me puse manos a la obra. Lo primero que hice fue instalar micrófonos en su casa. Como de material voy escaso, en vez de micros instalé varios danones unidos con hilo de lana y un sing star. Pero no descubrí nada. Utilizando el clásico método de un periódico con dos agujeritos me aposté en un banco frente a su casa y vigilé todos sus movimientos. Todo lo que conseguí fue leer las noticias partidas y no enterarme de cómo había quedado el Barça. 

Así que opté por seguirle. Fui con él a misa, a la ópera, a la lavandería, a 15 manifestaciones contra el gobierno y cuando ya estaba cansado de esta maldita misión, por fin di en el blanco. Es lo que tiene jugar a dardos mientras trabajo.  

Nada, el maldito gafotas no parecía darme lo que yo quería. Hasta que cayó la noche. Estaba yo en mi coche apurando el último pitillo cuando un señor vestido de negro y con pasamontañas salió de su casa. Arranqué el coche y anduve tras él chano chano, manteniéndome a una distancia prudencial para no ser descubierto. Bien porque me excedí en mi concepción de la palabra "prudencial", bien porque uno es hombre de costumbres y a ciertas horas le entra lo que los castizos llaman "el sueñecito" y los más realistas lo definen como "quedarse frito como una marmota", la cuestión es que le perdí. La experiencia en estos casos es un grado, y ella me decía que una vez perdido, ya es tontería no seguir sobando, así que apoyé mi testa en el volante y me puse a soñar con botellas de Beefeater desnudas.

La del alba sería cuando me despertó una palmada a mano abierta en mi nuca. Ya estaba dispuesto a responder a tamaña agresión lanzándole una de mis legañas tamaño Torrebruno al osado sujeto cuando me sorprendió verle a él. 

- Llevas días siguiendome. ¿No crees que ya está bien?
- Eres bueno muchacho, eres bueno. Dime. ¿cómo me has descubierto?
- Digamos que tus traje de camuflaje hecho a base de ramas y hojas puede ir muy bien en la selva. Pero en la Gran Vía canta un poco. Aunque sean ramas de madroño.
- Touché, amigo. 
- ¿Me vas a decir quién te manda? ¿Es ella?
- ¿De quién me hablas? ¿Ella?
- La caraliebre. Confiesa. 
- No hablaré si no es en presencia de mi abogado.
- Escucha bien. Todo esto forma parte de un plan urdido por ella. Y tiene un fin.
- ¿Eliminarte?
- Peor. Depilarme las cejas al cero. 
- ¿Qué me dices?
- No me hagas repetírtelo. Lee dos líneas más arriba. 
- Pone qué me dices.
- Ché qué tío más burro. Quiere tenerme controlado para saber en qué momentos del día bajo la guardia. Y en ese momento, uno de sus esbirros corruptos se abalanzará sobre mí y... ¡zas! ¡Adiós cejas!
- Y tú sin cejas eres como...
- No sería nada. Caería hacia atrás y moriría desnucado. Y entonces ella tendría el camino libre para dominar el mundo. Y tú le estás haciendo el trabajo sucio. 
- No, no, es que he comido en el coche, y con el traqueteo... 
- En fin, me voy. No quiero volverte a ver por aquí o diré a mis hombres que ataquen donde más te duele. Sabes perfectamente que puedo volver a poner a Juan Bautista Soler al frente del Valencia.
- ¡¡Ostiaputa!!*
- Pues hale, lárgate. Y si me pasa algo, ya sabes, nos vemos en segunda división.

Y se alejó, dejándome a mí con la cruenta sensación del que ha estado, sin saberlo, trabajando para un fin indigno que podría sumir al país en la más terrible oscuridad. Y lo que es peor, al Valencia. 

Por eso he decidido contar mi historia. Y quién mejor que ustedes, mis fieles lectores, para compartirla. Posiblemente si han leído hasta aquí pensarán que todo esto es una pérdida de tiempo y que estarían mejor en otro blog.

Pero piensen que si se van ahora, quizás se pierdan lo mejor. Sólo les quedan unas pocas líneas y abandonar ahora la lectura puede significar no ver ese giro copernicano, ese doble mortal final que daría sentido a toda esta historia. 

Quizás esté en la próxima línea.

Pues no, en esta no está. Y por lo que parece, tampoco está en las que siguen.

Definitivamente, no está. Así que si eso, ya pueden ir a otro blog o ponernos a caldo en los comentarios. 

¡¡Ah, calla!! Ahí abajo hay un asterisco. ¿Y si estuviese allí el sentido de todo esto?














* Yo sólo soy un asterisco, no me pidan a mí que haga lo que no ha hecho este tío en todo el relato. Mi función aquí está en señalar que, como bien ponía al principio, aquí hay una palabra soez. Con lo cual, objetivo cumplido. 


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese culito lo conozco... miau!

Anónimo dijo...

Pues que no me entere yo que pasa hambre... que luego me sale en las fotos esmirriao!

Vicente, aprovecho para reclamarte mis honorarios, espero que te sirvieran las fotos que le hice al de las cejas, ya sé que estaban oscuras, que no se veían las caras, que parte del carrete esta velado, y que se me cayo el bocata de anchoas sobre los negativos, pero piensa que era de noche, hacía frío y el bar estaba abierto...

El superintendente Vicente y el Capitán RMK dijo...

Además de eso, querido capitán, volviste a confundir la cámara de fotos con una berenjena.

A ver si va a ser verdad eso de que te quedas ciego si abusas de según qué prácticas en la adolescencia...

Reverendo Hoover dijo...

La Asociación de Astericos Unidos le agradece que por fin hayan utilizado a uno de ellos y más con un papel protagonista, como debe ser. Aprovechamos ya de paso para felicitarle por sus peripecias por esos mundos de Dios y para gritar tan fuerte que se oiga hasta en Massamagrell aquello de: "punto y coma el que no bote, oe".

Anónimo dijo...

Estoy enganchada a esta novela policiaca.

Atentamente,
24 de febrero de 2009 17:51

El superintendente Vicente y el Capitán RMK dijo...

¡¡Ya sabíamos nosotros que poner pegamento en las tapas funcionaría!!

Muchas gracias por su apego, amiga con nombre de fecha y hora.

Y usted, reverendo, ¿no cree que lleva la sotana demasiado corta? Va por ahí soliviantando al personal y luego se queja si le lanzan piropos o flechas encendidas.

P.D. Un saludo muy sincero a la comunidad de puntos y comas que nos siguen diariamente y nos mandan jamones por Navidad. York, pero jamón.