domingo, 14 de diciembre de 2008

A vueltas con el capitán



La vida de un hombre de acción como yo está repleta de cambios. Y no me refiero a mi sana costumbre de renovar mi ropa interior cada mes, sino a cambios más profundos y radicales que hacen que la vida no se convierta en un rutinario ir y venir de aconteceres diarios.

Así, cuando era pequeño, decidí cambiar de padres y usando el viejo truco de asirme de la mano de una señora despistada a la salida del colegio, pasé de ser el tercero de once hermanos hijos de una cupletista y un embalsamador de mandriles a ser el hijo único de una pareja de arquitectos celebérrimos. No fue éste el único cambio radical en mi vida, ya que también durante mi juventud decidí darle una bofetada al destino y dejar una exitosa carrera como cuarto trombón reserva de la Orquesta Sinfónica Schewppes para dar el salto a una de las pasiones que me ha acompañado durante toda mi existencia: los coches de lujo. Por eso me hice peajista en la autopista A7, en la salida de Oropesa del Mar, junto a Marina d'Or (Ciudad de vacaciones).

Pero tampoco me llenó, así que un día, ni corto ni perezoso salté sobre un Austin Martin que pasaba por allí, le di dos sopapos de padre y muy señor mío al conductor y me convertí en agente secreto del más alto rango.

Más o menos, lo que pasó desde entonces hasta hoy ustedes lo han ido sabiendo gracias a esta bitácora que comparto con ilusión y ciertos retrasos con mi fiel amigo el Capitán Rumikel.

Ya sabía yo que antes o después tenía que volver a oír la llamada de la selva que me animaba a volver a cambiar de aires. Fue hace un mes. Estaba yo descansando en mi sofá de escay mirando las noticias de Lorenzo Milá y preguntándome qué habrían hecho los padres de estos chicos para tener dos hijos así cuando un brusco ruido de puerta rompiéndose me sobresaltó un poco. Instantes después, en mi salón se presentaron dos señores bien parecidos a armarios roperos ataviados con traje negro, gafas de sol y metralletas. No sé por qué he dicho las metralletas al final, puesto que fue en lo primero que me fijé y señores con las dos primeras cosas se ven bastante mas. Pero ya está escrito. Ojalá alguien invente algún día una herramienta para volver atrás y poder borrar o modificar lo escrito en el ordenador. ¿Imaginan? Nota mental: inventar una herramienta así en cuanto mis quehaceres me lo permitan.

Seguí impasible en el sofá porque estaban poniendo una noticia acerca de la muerte por envenenamiento de Lucía Etxeberría, sucedida al intentar leer sin vomitar un borrador de su próxima novela. Sin embargo, la ráfaga de disparos que los dos angelitos descerrajaron sobre mi televisor con pantalla de plasma me sugirió que quizás era el momento de prestarles un poco más de atención y dejar de hacerme el chulito.

Así que levanté la cabeza y cuando se disipó la humareda pude ver aparecer, entre las dos moles, a otra de la misma anchura pero un metro más bajo. No llevaba traje negro, sino rojo con blusa blanca. Y sobre la cabeza, un cardado con tanta laca que hubiese llevado a la oligofrenia a cualquier defensor de la capa de ozono. Una voz más cascada que la de un catador de cazalla rompió el hielo:
- Hola.
- Osti, si és la molt ilustrísima alcaldesa. Com estàs, geperudeta?
- Senyor pirotècnic, pot escomençar la mascletà.
- Com? A què ve aixó ara?
- Amunt València!Vixca la mare de Deu!
- ¿Y si lo intentamos en castellano?
- Mejor, en este idioma mis posibilidades son mayores.
- ¿Quieres tomar algo? ¿Lo de siempre, un gintonic tamaño Miquelet sin hielo y sin tónica?
- Venga.
- Y dime, vieja amiga, ¿qué te trae por aquí? Porque imagino que para ver la tele no has venido.
- Tú.
- Me lo imaginaba. ¿Otro gintonic?
- Que sean 6 más. Y escucha, porque sólo lo diré una vez. ¿Te dice algo el nombre de James Bond?
- Mmmmmmmmm, quizás un billete me ayude a refrescar la memoria.
- Era una pregunta retórica, ceporro. Como sabes, James Bond está al servicio de Su Majestad la Reina de Inglaterra. Pues bien, yo también quiero tener un servicio secreto propio, para algo soy la reina del Regne de València. Y ahí es donde entras tú, quiero que seas mi agente secreto, que desempeñes para mí las más arriesgadas misiones. Y que seduzcas a las más bellas mujeres, las amordaces y las metas en mi habitaci... eh, quiero que desempeñes misiones, dejémoslo ahí. Te pagaré, ya sabes que los valencianos otra cosa no, pero diners, ¡¡¡ne tenim a cabasaes, cheee!!!
- Tentador, sí señor, tentador. Tal vez mi vida necesite un cambio. Pero eso sí, yo no trabajo solo. Tengo un ayudante sin el cual no voy a ninguna parte salvo a los sitios a los que voy solo.
- No hay problema, ya te he dicho que los ciudadanos pagan lo que sea.
- Es que hay un problema.
- ¿Es gay? No pasa res, mientras no lo diga, no intenta adoptar ni abortar y vaya a misa, aquí se respeta la libertad de cada uno.
- No, es catalán.

Al oír la palabra, los dos guardaespaldas comenzaron de nuevo a disparar, esta vez a diestro y siniestro, llevándose por delante mis pinturas rupestres de un amigo del pueblo y mi colección de vinilos con toda la discografía de Parchís y el incunable de Jesulín de Ubrique. Finalizada la descarga, descubrí que de nuevo me había quedado solo en mi loft y que en la huída habían decidido dejar vacío mi mueble bar, que es más lo segundo que lo primero. Eso sí, tenía más agujeros en las paredes que los virus que viven en los quesos de gruyere (madre mía, la de neuronas que he perdido para encontrar esta analogía, suponiendo que esto sea una analogía).

Salí al balcón para intentar localizar a la Muy Ilustrísima, pero no había ni rastro. Desde entonces he estado esperando una llamada, pero nada. Incluso he visto cada día las noticias de Canal 9 para intentar descubrir en ellas un mensaje oculto, una señal, algo. Pero nones. Eso sí, me sé de memoria la alineación del Valencia para su próximo partido contra el Benejúzar.

Así que he decidido volver a mi vida antigua, con mi capitán, con mi blog, con todos ustedes. Si ustedes quieren, claro.

Y si eso, que cambie Rita, que así como estamos estamos la mar de bien.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

che! Vicente! ya sabía yo que darte donde más te duele acabaría dando sus frutos... Amunt valència!
Aquí me tienes, cámara en mano esperando tus ordenes.
Lo de que te abanzase mi futuro sueldo para comprarte una nueva pantalla de plasma creo que va a tener que esperar un poquito, pero oye, por todo lo demás, estupendo.

mewell dijo...

JAJAJAJAJA Eso es escribir, lo demás pamplinas, y que cambie Rita! clar que sí...
póngame a sus pies!

¿están sus pies? Que se pongan!

Anónimo dijo...

welcome superintendente. Se te echaba de menos. Gran capítulo el de rita. ¿para cuándo la peli?

Amunt Valencia
NdM

El superintendente Vicente y el Capitán RMK dijo...

Gracias a todos, señores míos. Y disculpen mis ataques de Guadianismo, mas no es ahora mismo el tiempo sobrante lo que más abunda en mi zurrón. De hecho, para ganar tiempo y dinero, he tenido que vender el zurrón estafando a un señor que tiene la enfermedad de "uísmo", consistente en no saber diferenciar la "u" de la "o".

No quiero ni imaginarme la de vejaciones a las que estará sometiendo a mi pobre mochila.

mewell dijo...

ja ja pero qué bruto!