jueves, 29 de noviembre de 2007

Panico a una muerte ridicula



El empleado modélico se dio cuenta de que llegaba tarde a la oficina, y eso al jefe le molestaba muchísimo. Por eso aceleró y adelantó al coche que le precedía, sin darse cuenta de que por el otro carril venía un camión.

Se estrellaron y el empleado modélico murió al instante.

Su jefe, escarmentando en cabeza ajena, decidió no correr tantos riesgos. Y por eso llegó tarde al entierro.

martes, 27 de noviembre de 2007

Vidas ejemplares: Perico Delgado



Cuentan las enciclopedias que la bicicleta fue inventada en 1735 en un pequeño pueblo de Francia por Monsieur Biciclét. Si bien fue utilizada en un principio por la élite intelectual francesa para desplazarse de un sitio a otro, no llegó a convertirse en un medio de transporte de masas hasta 15 años más tarde, cuando siguiendo las indicaciones de su joven aprendiz, Monsieur Biciclét agregó un elemento al invento que significaría una verdadera revolución: las ruedas, una delante, una detrás y en ocasiones, dos pequeñitas a los lados.

Desde entonces hasta ahora mucho ha llovido. De eso no tiene la culpa Monsieur Biciclét, que murió accidentalmente tratando de inventar la grapadora, ni nuestro homenajeado, que nació muchos años después en Segovia, capital del cochinillo y famosa por su acueducto, al que mandamos un afectuoso saludo desde estas páginas.

Aunque pudiera parecer extraño, el gran Perico Delgado siempre tuvo una gran pasión: los caballos. Desde que era un zagal quiso poder emular a sus grandes mitos: el llanero solitario y Lucky Lucke. Su sueño era cabalgar por las castellanas praderas, dando su merecido a lomos de su fiel y cuadrúpedo acompañante a todos los osados bandoleros que osasen molestar a damiselas y orondos hombres de negocios vestidos de negro que viajaban en las caravanas, al más puro estilo John Wayne.

Fue ése el motivo que le llevó a pedirle a su padre un pony como regalo de Navidad. No quería el progenitor defraudar a su vástago, mas la bonanza económica no se había instalado, precisamente, en el hogar de los Delgado. Tuvo que ingeniárselas el buen hombre para poder ofrecerle un gran regalo a Perico el día de Reyes. El ilusionado niño llegó corriendo a los pies del abeto adornado para la ocasión. Llevaba (el niño, no el árbol) un sombrero de cow boy en la testa, una estrella de sheriff en el pecho y una pistola a cada lado de la cintura, que no le impidieron desenvolver rápidamente el regalo, ya que temía que el pobre pony muriese ahogado.

Tras diez segundos mirando con extrañeza al regalo, el niño alzó la mirada y espetó a su padre:

- Pero papá, esto no es un pony. Es una bicicleta.
- No hijo, eso es un pony. Un pony postmoderno.
- Melosplique- dijo mientras enjugaba una lágrima de su carrillo.
- Verás hijo, los caballos de tus héroes ya prácticamente no existen por culpa de los masones (en aquella época, los masones eran como hoy ZP, se les podía echar la culpas de todo y no pasaba nada). Los grandes hombres de hoy, los que salvan a la gente de que no los atraquen y se casan con la guapa van con estos caballos a pedales tan bonitos. ¿No ves que hoy en día todo son carreteras? ¿Tú has visto algún caballo por las carreteras?
- No papá.
- Pues hale, súbete al pony y pirando, que en un rato nos comemos el roscón, postmoderno también - dijo su padre, acabando la conversación con un poco de amargura por haber engañado a su hijo y con un poco de congoja, ya que había gastado todo su dinero en la bici y en vez de roscón había puesto en el horno una pescadilla con corona.

A decir verdad, al niño le costó un poco creerse aquel camelo (el de la bici y el de la pescadilla), pero en aquellos tiempos la figura paterna todavía conservaba algo de la autoridad que hoy ha desaparecido por completo y si tu padre te decía que una cosa con dos ruedas y un bombín era un caballo, pues tú te lo creías y en paz.

Las cosas como sean, el padre acertó con el regalo y el tiempo demostró que lo de Perico era el ciclismo. Porque muy poco tiempo después el niño soñador ya había ganado dos Vueltas a España, un Tour de Francia y se quedó a las puertas del segundo precisamente por ser demasiado soñador: se quedó dormido antes de la contrareloj del primer día y llegó 12 minutos tarde.

Gracias a Perico, millones de españoles se engancharon al ciclismo, millones de españoles supieron que en Segovia había algo más que cochinillos y acueductos, millones de españoles dejaron de hacer la siesta durante el mes de julio y millones de españoles aprendieron palabras en francés como Tete de la course, Alpe D’Huez, Tourmalet, Moto 1, Moto 2 y Moto 3.

Sí, luego vino Indurain y se lo pulió todo, pero el que más molaba era Perico, cuya fama cayó en picado cuando aseguró al prestigioso rotativo francés L’Equipe que “todo lo que he conseguido no es mérito mío, sino del caballo”.

Diciendo esas cosas y llamándose Perico, es normal que la sombra del dopaje se haya extendido ahora por todas las praderas segovianas. Pero en fin, qué se le va a hacer, nadie es perfecto. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera jeringuilla.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Abismo



El hombre dejó que el aire le acariciase la cara, miró al infinito y dijo: "ahora ya me puedo morir tranquilo".

Y entonces le entraron los nervios.

jueves, 22 de noviembre de 2007

ESTO SE ACABA (reflexiones sesudas sobre el cambio climatico y otras gaitas)



Además de los elevados ingresos de los patrocinadores, alguna de las ventajas de haberme convertido en un referente de la cultura nacional gracias a este blog es que suelen invitarte a actos importantes en calidad de ponente y que se te está permitido escribir frases tan largas como ésta sin que nadie dude de tus capacidades gramaticales.

Digo esto porque durante la semana pasada acudí invitado a la Cumbre Contra el Cambio Climático (CCCC) de Valencia, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CAC), donde se celebran eventos tan artísticos como la reunión de frikis con ordenador y tan científicos como la exaltación de las falleras mayores.

Allí estábamos todos los que pintamos algo en el pensamiento internacional y Rita Barberá, que hacía de anfitriona y que inauguró el acto con una de sus míticas frases: “senyor pirotècnic, pot escomençar la mascletà.” La otra es: “un whisky doble” y suele utilizarlas en similares cantidades.

En su discurso explicó su teoría de que para frenar las subidas del nivel del mar hay que construir muchos edificios en primera línea, de forma tal que los bloques de hormigón frenen el líquido avance y que los inquilinos puedan ir a la playa simplemente saliendo al balcón. Muchos señores gordos con bigote y puro aplaudieron con delectación. Algunos progres saltaron por las ventanas, cayendo al foso de los cocodrilos habilitado para la ocasión.

Una vez comidos los elementos subversivos, comenzaron las ponencias. Seré sincero, a mí todo aquello me pareció un aburrimiento que te defecas. Además, no sé inglés y me da cosa ponerme un pinganillo en el oído (a saber por qué orejas ha pasado antes), por lo que me tiré dos días viendo a gente parlotear frente a diapositivas de glaciares que se caen, pueblos lejanos inundados y finlandeses socarrados por el sol.

Lo que sí que me encanta de estos saraos son los ágapes, cuchipandas, refrigerios, jartadas o coffe breaks, como quieras llamarlo. Ahí coincidí con el nuevo Secretario General de la ONU, el chino ése al que muchos siguen llamando Koffe Annan y otros Chu Lín. Conectamos en seguida porqué él tampoco sabe inglés, y en un perfecto castellano con un sospechoso acento granadino me confesó que en su país están muy preocupados por los efectos que el cambio climático puede tener sobre el rollito de primavera. Nos descojonamos vivos y nos plimplamos una botella de rioja brindando por los osos polares y luego nos pasamos toda la tarde cuchicheando sobre las múltiples posibilidades que da el apellido de Leire Pajín para hacer gracietas.

Llegó mi turno y subí al estrado con una rama de olivo en la boca (ya no sé qué hacer para dejar de fumar). Siempre he creído que los más grandes problemas tienen las soluciones más sencillas. Y salvo cuando traté de sacarme la carrera de matemáticas, esta forma de pensar me ha dado buenos resultados. “Amigos, dejémonos de retruécanos argumentativos y vayamos al grano. La solución que yo propongo para vencer al cambio climático es la siguiente: un desmangado para cuando haga mucho calor. Un chubasquero para cuando llueva. Un suéter de cuello alto para las bajas temperaturas. Y llevar siempre, siempre, en el maletero, una rebeca por si refresca de repente.”

Un silencio aterrador inundó la sala. Había solucionado el problema, echando por tierra sus ingresos futuros gracias a conferencias con fotos de glaciares que se caen, pueblos lejanos inundados y tal.

Entre los gritos histéricos que siempre provocan las grandes ideas incomprendidas y ayudado por el personal de seguridad abandoné la sala a través de la ventana, cayendo al foso. Por suerte, los cocodrilos no comen señores transgénicos.

Con la satisfacción del deber cumplido y el convencimiento de que el tiempo me elevará a los altares del ecologismo me vine para casa mientras un tifón arrasaba el barrio de pescadores, la sequía convertía los campos de naranjos en campos de golf y los edificios crecían por encima de las nubes gracias a las lluvias.

Tóxicas, of course.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Lenocinio y yo



El camión se desvió, casi automáticamente, en cuanto se acercó a las sugerentes luces rosadas que con un escueto mensaje, despertó de golpe el interés del cansado conductor. “El Bassot”. Coño, me gusta este nombre para un club. Ya estoy harto de tanta literatura barata: El Quijote, Baco’s, Dafne’s, Venus…

El conductor apagó la radio dejando a José María García con la estupidez en la boca y aparcó su vehículo lo más escondido posible. Bajó de un salto de la cabina, se apretó el paquete y entró decidido a darse un gustazo.

Una luz tenue, un dulzón olor a pachulí y cómo no, música de Julio Iglesias, el ambiente ideal. Sorteando bellezas en ropa interior se llegó hasta la barra, donde con firmeza apoyó su viajado codo y pidió un gintonic poco cargado de tónica.

Para que se te acerque una chica has de mostrar indiferencia, así que él se dedicó a mirar al techo y canturrear para sus adentros “lo mejor de tu vida me lo he llevado yo…” como si estuviese allí por casualidad. Medio minuto después, una estupenda rubia de 1,80 y bellas facciones caucásicas le acarició el brazo con suavidad.

- La verdad es una de las primeras mentiras que se cuentan- le espetó la chica para romper el hielo.

- La verdad, amiga, es que prefiero mantenerme callado y parecer idiota que abrir la boca y esclarecer las dudas- contestó, cruzando las piernas para disimular la tremenda erección que se abría paso a empujones.

Ella, sabedora del estado de creciente excitación en el que estaba sumiendo a nuestro protagonista, le susurró al oído.

- La mayoría de las gentes triunfaría en las cosas pequeñas si no estuviera hostigada por las grandes ambiciones.

- Yo soy camionero y sé de buena tinta que el amor y la razón son dos viajeros que nunca moran juntos en el mismo albergue: cuando uno llega, parte el otro.

- Me encanta que me digas esas cosas. Me pones a mil. Por eso te diré, cariño mío, que la sabiduría consiste muchas veces en cambiar una cosa por la otra.

- Ahhh…no puedo más. He acabado. Lo siento, es la primera vez que me voy tan rápido.

- No te preocupes, me ha gustado mucho.

- No, no te ha gustado, eso se lo dices a todos. Me tengo que ir. Volveré otro día y te daré el repaso que te mereces, puta.

- Adiós, y conduce con cuidado, que vale más perder un minuto en la vida que la vida en un minuto.

Y nuestro hombre salió del Bassot rumbo a su camión con el sentimiento de culpa con el que salía cada vez que pisaba una puta casa de citas.

martes, 20 de noviembre de 2007

20 ENE. A OTRO PERRO CON ESE HUESO.



Hola, soy el Superintendente Vicente. Y éste es Patxi, mi campeón.

El 20 de noviembre es una fecha especial para los amantes de los perros. Y es que hoy es el día internacional del muerto el perro se acabó la rabia. Dos de las personas que más pulgas y rabia han extendido por el país murieron tal día como hoy, después de haber proporcionado una vida de perros a millones de españoles, cuyos huesos siguen enterrados por las cunetas.

Quiso la casualidad que tal día como hoy naciera el gran Patxi. Desde entonces hasta hoy se ha dedicado a ladrar, comer, cagar y dormir. Como un diputado (lo mismo me da el partido, sólo cambia el color del collar). La diferencia entre ellos y Patxi es que la mierda que él suelta no ensucia a nadie porque ya estoy yo para limpiarla. Y que cuando él duerme, lo hace con la conciencia tranquila porque no ha mordido a nadie.

El capitán rumikel dijo una vez acerca de su mítico Mag: “mi perro es una bellísima persona”. Yo os propongo que echéis un vistazo a todos los bulldogs que saldrán hoy a levantar la mano derecha gritando contra los monos, panchitos y demás garrapatas que según ellos nos invaden y nos dejan el país lleno de meados por las esquinas, a ver si de alguno de esos perros podéis decir que se acercan mínimamente a la definición de personas. Lo de bellas lo descartamos, que no hay que abusar.

Hoy Patxi pasará el día cara al sol porque no tiene nada mejor que hacer. Es lo que tienen los animales. Feliz día.

lunes, 19 de noviembre de 2007

LA MOVIDA



Cuando digo que el madrileño es la raza más coñazo que ha habido en la historia de la humanidad hablo desde el profundo conocimiento de causa y con la exactitud científica y la autoridad que me da el haber estado suscrito durante 6 meses a la revista Muy Interesante. Y lo hago a sabiendas de que desde el centro del país me tacharán de racista, de independentista, de etarra, de rojales y que me dirán al cruzarse conmigo que no soy una persona ideal o fenomenal. Qué le voy a hacer, son gajes del oficio al que me dedico, que no sé exactamente cómo se llama porque tiene un nombre inglés.

Viene todo esto a cuento por dos razones: una, porque de alguna forma hay que empezar este post. Y otra, por el coñazo que dan los madrileños con la maldita movida (huy, perdón, La Movida, con mayúsculas). Esos años gloriosos de la cultura española (huy, perdón, de la contracultura) de la que salieron grandes artistas como Glutamato Ye ye, Ágata Ruiz de la Prada (huy, qué transgresora, un corazón rojo y uno amarillo, qué valiente), Ana Torroja y los hermanos Cano (voy a dejar de poner paréntesis empezando por huy), David Bisbal o Miguel Servet.

Y usted también, hombre, métase. Todos, absolutamente todos caben en La Movida, todos estuvieron en Madrid viviendo la noche a tope porque Madrid era la ciudad que nunca duerme y de Madrid al cielo y bla bla bla. Y los que no estuvieron ahí porque les pilló mayores, por favor, que pasen a la sección “Yo estuve en Mayo del 68” o en subsubsecciones “yo corrí delante de los grises” o “nosotros nos cargamos al dictador”.

Para formar parte de la movida tenías que cumplir uno de estos requisitos: ser homosexual, mujer liberada (puta cual gallina), Tierno Galván o cantante. Como quiera que hay una gran cantidad de personas a las que no les mola la gente de su sexo (lo que alguien del PP calificaría como “personas normales, no enfermos mataniños y destrozafamilias”); como quiera que por muy abiertas que fueran las mujeres, las caras y los cuerpos de los españoles seguían siendo como han sido siempre: alfredolandísticos, y encamarse con ellos así porque sí era un ejercicio de extrema fuerza de voluntad; y como quiera que Tierno Galván sólo había uno, pues todos los demás se metieron a cantantes, aunque tuvieran menos voz que Harpo Marx.

Y por culpa de La Movida el resto de españoles, madrileños o no, nos hemos tenido que tragar giliflautas como Germán Coppini, Enrique Urquijo, Tino Casal, Fabio MacNamara o a la inefable Alaska. Hasta Pedro Almodóvar se puso a cantar. Menos mal que un día se dio cuenta de que si estaba en la cama con 3 señores peludos y erectos igual era porque era más marica que un palomo cojo y se fue corriendo al primer grupo y pudo dedicarse a hacer películas con curas pedófilos, travelos con hijos, colores chillones y todas esas cosas que hacen del manchego nuestro artista más internacional (¿por qué cada vez que hablan de él en el telediario repiten siempre la misma muletilla?).

Eran años en los que escribir la letra de una canción era más fácil que irse a la cama con Loles León, años en los que quien no se metía un pico era porque no tenía brazos (de ahí la expresión “¿qué pasa tronco?”. Chiste fácil, lo sé) y años que no pasaron en balde, pero pasaron, razón por la cual casi todos esos transgresores son hoy productores discográficos, productores cinematográficos, comentaristas radiofónicos, presentadores de televisión, esposas de ricos, ricos o muertos recordados en conciertos, exposiciones, discos recopilatorios y demás sandeces rentables. Pero vamos, que trabajando hoy no queda ninguno.

Quizás el lector piense que lo que tengo es rabia porque yo pasé la juventud en la época de Cobi en vez de la Naranjito, de los Diyéis en vez de la de Horacio Pinchadiscos, de Ana Rosa Quintana en vez de Ouka Lele, de Alejandro Sanz en vez de Leño, de Leticia Sabater en vez de la Bruja Avería y en la de Los Serrano en vez de la de Cuéntame.

Y tienen razón.

Pero me juego las gónadas a que si la movida hubiese nacido en Vigo, hoy no la conocían ni los de Siniestro Total.

Dios salve al conselleiro.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Alicia



- Alicia, firma aquí, no lo pienses más.
- Es que me da no sé qué, han sido tantos años...
- No me vengas ahora con romanticismos nostálgicos. Piensa en todo lo que vamos a ganar. Todos.
- Está bien, conejo avaricioso, tú ganas. Aquí tienes mi firma.
- No te arrepentirás, Alicia, no te arrepentirás.

Y de este modo, el País de las Maravillas se convirtió en una nueva Ciudad de Vacaciones.

martes, 13 de noviembre de 2007

El peor trabajo del mundo




Seguramente muchos de ustedes se habrán preguntado cuál es el peor trabajo del mundo. No, no es el de desactivador de bombas, logopeda de Rajoy ni el de esteticien de Aramís Fuster, a quien dios tenga pronto en su gloria. El peor trabajo del mundo es el de camarero en un bar de monólogos. El mío. Mi trabajo, no mi bar.

Estoy harto de los monólogos. Por mucho que ahora los llamen stand up comedy, son los monólogos de toda la vida. Bueno, de hace unos años en los que todo se ha convertido en chistes sobre la cotidianeidad. Chistes malos. Maldigo al Club de la Comedia, a Pablo Motos, a todos sus amigos y a todos los 5imbéciles.com.

Noche tras noche tengo que ver al mismo público repeinado con la camisa y el suéter sobre los hombros (ellos) y el bronceado de uva y los pendientes de perlita o del osito de Tous (ellas). Con este tipo de público recién salido de una beatificación masiva, ser monologuista es más fácil que encamarte conmigo. Se ríen de todo, incluso antes de que empiece el monólogo. Una vez tuve que salir al escenario para advertir de que se estaba quemando el bar y todos muertos de risa. Al ver el humo, algunos dijeron “aiva, qué real, ¿no?” y cuando se quemaban, entre las llamas podía oír aún sus risas sinceras y bonachonas mezcladas con algunas llamadas de teléfono anulando la sesión de bronceado del día siguiente.

Este es el típico público que salen de la sala diciendo “¿qué fuerte, no? ¿cómo se dan cuenta de esas cosas? Es que me siento súper identificado… ¿se les ocurrirá ahí arriba o se lo apuntarán? ¿por qué se parecen tanto las palabras monólogo y mongolo? ¿por qué me hago tantas preguntas si tengo la vida resuelta?"

¿Qué piensa de sí misma una persona que un buen día decide hacerse monologuista? Que es un tío estupendo, tan gracioso e inteligente como Buenafuente y que su humor no debe perderse, que él puede ganarse la vida haciendo eso y no como el resto del mundo. Por eso, cuando acaban de trabajar como el resto del mundo, se meten en tugurios de mala muerte a explicar anécdotas con menos gracia que una lavativa. Y claro, como los ves a ellos triunfando ante su gilipúblico, piensas, coño, yo esto también lo sé hacer. Y te pones a pensar qué le hace reír a esta gente para meterte tú también en el ajo. Y la conclusión es siempre la misma: la guerra de sexos.

Por favor, que quede claro de una santa vez: ya, ya lo sabemos. Nos lo habéis dicho todos mil veces: nosotros no bajamos la taza del váter y amamos al fútbol sobre todas las cosas y no nos gusta que nos pregunten si la ves más gorda. Ya sabemos que ellas cuando dicen sí quieren decir no, cuando tienen la regla están mejor ahorcadas y que no las puedes acompañar a comprarte ropa porque no es tu mundo.

¿Te has fijado en que todos los malos monologuistas empiezan por la frase “Te has fijado en que…? Yo estoy tan harto de mi trabajo que cuando veo una pared de ladrillos y mucha gente mirando, espero por dios que sea un fusilamiento, el mío propio. Lo prefiero mil veces antes que otro monólogo de Agustín Jiménez, Eva Hache, Quequé o el maldito Club de Flo.

lunes, 12 de noviembre de 2007




En cuanto entró en el cuarto oscuro, vio la luz.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Aznar Rosa Quintana



Sí, lo confieso. Yo escribí “Cartas a un joven español”. Yo soy, por así decirlo, el negro de Aznar. ¿O es que acaso alguien pensaba que un personaje de su importancia podía perder el tiempo garabateando sus sublimes pensamientos? Sí hombre, y mientras tanto, ¿quién se ocupa del mundo? ¿Setapé? ¿George? Amos, anda.

Nunca olvidaré aquel día. Me encontraba yo en los cursos de preparación a monaguillo federado cuando recibí un mensaje de texto: “Ola, soll Edu. Necesitamos a halguien que hescriva vien. Mañana nos bemos en Jenoba.”. Yo nunca he sido un hombre comprometido políticamente, salvo cuando firmé treinta veces para apoyar un decreto ley que obligara a cortarle la lengua a Rosa Díez. Pero por lo demás, siempre he intentado ser centrista y votar a los más desfavorecidos, como Ynestrillas. Seguramente llegaron a mí a través de mi padre, que es alférez en los Legionario de Cristo y siempre anda presumiendo del hijo tan inteligente que tiene. Y de mí.

La cuestión es que me presenté en su despacho. Entré justo cuando Mariano se llevaba la bandeja con las tazas de café vacías. ¿Le traigo algo al sheñor?, me dijo. No, gracias. Sólo una cosa, ¿puedo pedirle un favor? Shí, shí, dígame. ¿Puede usted decir “susana es sesuda”? Mariano lanzó al suelo la bandeja y salió corriendo y llorando mientras todos los que andaban por el pasillo reían mi gracia y le atizaban con sus cinturones. Aznar, con los pies encima de la mesa, se atusaba el pelo y sonreía magnánimo.

- Pobre Mariano, nunca será nada en la vida. Anda chaval, pasa y siéntate. Señorita, no me pasen más llamadas. No, claro, claro, si es doña Ana sí. Y si es pedrojota, dile que he quedado con Exuberancia Rapú, que se traiga la cámara de vídeo, ja, ja, ja. Desde luego, cómo soy. En fin, vamos a lo nuestro. Me han dicho que eres bueno con las letras.
- Sí, hago lo que puedo.
- ¿Has escrito algo que pueda leer? Ya sabes que yo sólo leo cosas del siglo de oro.
- Ehh, pues no, es que yo en el siglo de oro no había nacido.
- Vaya. Bueno, es igual, vienes recomendado por Ángel y no tienes apellidos vascos. De hecho, me extraña que no tengas apellidos. ¿Por qué?
- Los perdí con lo de la estafa de los sellos.
- Malditos sociatas, nos llevarán a todos a la ruina. Os llevarán, sorry. Bueno, al grano: quiero que escribas la obra culminante del pensamiento político español. Es decir, quiero que aglutines todo mi pensamiento en un libro. Sin embargo, soy consciente de la complejidad de mis disquisiciones. Trasladar mis teoremas y mis predicciones de futuro con mi lenguaje técnico sería un galimatías difícil de entender por un pueblo tan llano como el nuestro. Imagínate, si se dejaron engañar por los masones y aún hay gente que piensa que lo del 11-M no fueron los etarras disfrazados de moros, ¿cómo van a llegar al fondo de mi mensaje?
- Claro, claro- dije yo, que no podía apartar la vista de la colección de fotos de Norma Duval dedicadas.
- Pues por eso estás aquí, tú serás mi filtro, el tamiz por el que pasarán mis grandiosas ideas. Tu función será adaptarlas y convertirlas en parábolas, como hacía uno de mis antecesores, para que los borreg, estee… los votantes puedan alcanzar la felicidad a través de mis palabras. Mira, en este folleto tríptico del PP están los puntos maestros y en la web de las FAES hay algo más. Lo pillas todo y para la semana que viene me traes un manuscrito a ordenador de 300 páginas. ¿Está claro?
- Sí, sí.
- Pues nada, hasta la semana que viene.
- Don José María, por favor, ¿me lo podría decir a mí también? Es que me hace ilusión.
- Caray, con todas las visitas lo mismo. Está bien: Váyase, señor escritor, váyase.
- Gracias, gracias.

Mientras salía de su despacho con el mayor encargo de mi vida, el gran José María llamaba a Annie Liebovitz para encargarle la foto de la portada del libro. Pasé junto a Mariano, que estaba haciendo unas fotocopias y probé el típico truco de hacer como si le vas a dar una colleja y cuando se acurruca asustado, tocarme el pelo. Funcionó y todos echaron a reír de nuevo, salvo Gallardón, que estaba mosqueado porque Esperanza le había vuelto a robar el bocadillo.

martes, 6 de noviembre de 2007

Biografía de Alfredo Landa


Alfredo Landa y Bahamonde nació hace hoy 74 años en la ciudad de Baltimore (Massachussets). Su verdadero nombre era Martín Landau, pero decidió cambiárselo, no por el parecido con el del otro actor, sino porque su segundo apellido era Porahí. Hijo de un vendedor de fregonas y de una técnica de la NASA, vio cómo su familia tuvo que trasladarse a San Sebastián para que el padre pudiera hacer realidad su sueño: mudarse a San Sebastián, a ver qué tal. Alfredo Landa siempre creyó tener el gusanillo de ser actor. Sin embargo, a los 9 años descubrieron que eran lombrices. Pero ya era demasiado tarde, el mozo había decidido dedicarse a la comedia, por lo que sus padres lo matricularon en el Actors Studio, donde compartió pupitre con gente como Dustin Hoffmann o Al Pacino. Al cabo de un tiempo consiguió un pupitre para él solo y siguió sus estudios con mayor comodidad. No obstante, acabó siendo expulsado dos años después por negarse a interpretar Hamlet sosteniendo una calavera en la mano. “Con la mano que me sacudo la chorra después de mear no toco muertos, que luego se pillan cosas raras” , declaró a la dirección, que sumaron este acto de indisciplina al hecho de que no supiese inglés y de que llegase tarde todos los días con la excusa de que venía desde Donosti.

Ni corto ni perezoso, ni viceversa, Alfredo Landa marchó para Madrid, donde obtuvo su primer papel en la película “La ciudad no es para mí”, haciendo de policía familiar de Paco Martínez Soria, a quien mandamos un saludo. Hola Paco. Desde ese momento, la fama de Alfredo Landa fue creciendo y creciendo, hasta convertirse en el actor bajito con la fama más grande de España. Mas no sólo su faceta actoral fue in crescendo. También su labor como activista político fue crucial en la época en la que nos movíamos. Se movían ellos, vaya, que yo soy más joven. Desde la clandestinidad y junto a otros grandes artistas de la época como Gracita Morales, José Luis López Vázquez o Piraña, fundaron los cimientos de lo que hoy se conoce como “El landismo” y que entonces también se conocía así. En todo este tiempo nadie ha creído conveniente cambiarle el nombre, o no ha tenido tiempo. El landismo bebía de las fuentes de los marxistas, los revisionistas, los troskistas y de algunos taxistas, y promovía la democratización del país, pero olvidaron decir de cuál, razón por la que no cuajó.

Con la llegada de la transición, la figura de Alfredo Landa fue cayendo paulatinamente en el olvido y sólo José Luis Garci contó con él para peliculones como El Crack o las que ha ido haciendo después, ésas en blanco y negro en las que no pasa nada. Cuando Garci le envió el guión de la película “Ninette”, Alfredo Landa lo rechazó porque, por primera vez, no se veía capaz de meterse en el papel. Y se retiró. Garci, por su parte, sustituyó a nuestro protagonista por Elsa Pataky. Nunca le estaremos suficientemente agradecidos.

Tras ese duro golpe, Alfredo Landa decidió liarse la manta a la cabeza y cumplir un sueño que había tenido desde pequeño: no hacer más películas. Para ello, y aprovechando la manta, abandonó España y se fue a Catalunya, desde donde pilló un Cercanías y tres años después llegó a Marruecos. Ahí pasa sus últimos días vendiendo alfombras a turistas españoles que se le quedan mirando, pensando de qué conocen ellos a este señor. Y entonces, el gran Alfredo Landa interpreta su mejor papel y tras venderles la alfombra sin regatear casi se saca una foto con los pardillos y los ve alejarse, sin saber que acaban de estar con el más grande entre los grandes. Y los pequeños.

(esta biografía no esta autorizada, de momento...)

NO HAY PALABRAS



Hoy sólo hay foto, en solidaridad con la huelga de guionistas americanos, capaces de escribir pelis tan impresionantes como Blues Brothers, traducida en España como Granujas a todo ritmo. ¿Para cuándo una huelga de traductores de películas?

lunes, 5 de noviembre de 2007

HE VISTO A LA VIRGEN



Puede que empezar así una declaración me reste credibilidad ante sus ojos, llevándole a pensar quizás que soy uno de esos típicos niños pastores apocalípticos de Fátima, Lourdes o la calle Génova. Pero las cosas sucedieron tan de repente que me he visto en la obligación de no andarme con rodeos, pues tengo un mensaje que anunciar al mundo y he escogido este blog por su seriedad, por su rigor científico, por la multitud de personas inteligentes que lo visitan y porque en el de El País sólo me harían caso si decía que la Virgen me había dicho que ETA no había tenido nada que ver con el 11-M, cosa que no sucedió, para alegría y jolgorio de pedrojotas.

Empezaré ya mi relato, pues si me ando mucho por las ramas puede que cuando usted lea esto, sea ya demasiado tarde. Tumbado en mi sofá estaba ayer domingo, viendo el fútbol gratis en La Sexta cuando de repente, en el momento en el que mi equipo estaba a punto de marcar un gol por la escuadra, se nubla la pantalla y en lugar de Gica Craioveanu y su pertinaz flequillo, aparece una señora con una corona resplandeciente en la cabeza, lágrimas de sangre en los carrillos y las manos juntas, como rezando. Pensando que se trataba de una estratagema de Sogecable para fastidiar a la cadena de Milikito por lo de la guerra del fútbol, me cisqué en los muertos del nuevo jefe del monopolio (o sea, en el recién difunto Polanco) y traté de volver a sintonizar con la tarde de fútbol, goles y alegría. Mas cuál fue mi sorpresa cuando la señora, lejos de desaparecer de la pantalla, me llamó por mi nombre:

- Adelino…, Adelino… Soy María, la Virgen. Nuestra señora, la madre de Dios. La Inmaculada. La Virgen María, vamos.

Entre lo súbito de la aparición, la modorra postsiestática, el abotargamiento cerebral común a los días festivos y que, por así decirlo, me pilló a contrapié, no supe qué decir y quede frente a la caja tonta con la boca abierta.

- He venido para comunicarte algo. Quiero que seas tú mi mensajero.
- ¿Yo?
- Sí, tú. Hace algunos años, mi marido y yo decidimos mandar a otro hijo nuestro a la Tierra para difundir un mensaje y que de paso aprendiera idiomas y conociera gente. Su tarea era llevar la paz al mundo y demostrar así que no solo existimos, sino que además pagamos la Seguridad Social como todo hijo de vecino. Pero viendo cómo habíais tratado a Jesús, le comenté que tuviese cuidado con los milagros, que fuese un poco más disimulado y que se alejase en la medida de lo posible de las cruces y de los señores con clavos y martillos que las merodean. Pero él, en vez de cumplir su misión, se ha dedicado todo este tiempo a vivir de sus poderes, olvidando por completo cuál es su cometido en este mundo. Y gastándose un buen dinero, todo hay que decirlo. He intentado hablar con él mil veces para intentar que vuelva al redil y para que se ponga la camisa por dentro, pero ya sabes que los hijos pasan de las madres. Y encima ahora no me coge el móvil. Así que me he aparecido a ti, que eres el primero de la guía de teléfonos, para que le digas que o hace lo que tiene que hacer y se viene para casa, o cuando su padre se entere, que no me venga llorando.
- Pero María, perdón, doña Virgen, este… Virgenmaría…ché qué lío, ¿cómo lo reconoceré?
- Muy fácil, lleva pelo largo, chalequito negro y sombrero de copa. Y responde al nombre de Juan Tamariz.
- ¡No joda!
- No puedo. Y ahora te dejo, que tengo que planchar las túnicas de todos los 400 y pico beatos que nos habéis mandado desde España. Mira que habéis tenido tiempo desde el 39. Pues nada, ¡todo a última hora! Españoles…

Al instante, la imagen de Ronaldinho celebrando un gol volvió a la pantalla del televisor. Desgraciadamente, el teléfono de Juan Tamariz no sale en la guía, y los del 11811 me han dicho que no me dan teléfonos de famosos. Así que voy a aprovechar la ocasión para que si alguien ve al mago, por favor, díganle que su madre le está buscando. Y que conecte el móvil, que por su culpa me perdí lo mejor del partido.